viernes, 30 de abril de 2010

LA AGROECOLOGIA DESDE LA UBV

Por: Víctor Peralta
En tiempos de la globalización, el neoliberalismo es asumido y confrontado como una teoría económica, expresada políticamente en la liberación de los mercados, el libre juego de la oferta y la demanda, la reducción del ámbito de influencia del Estado en el área económica y política, la eliminación de los subsidios a la producción agropecuaria y acuícola, la reducción de los aranceles, privatizaciones de servicios básicos: agua, energía, salud, educación y transporte, el incumplimiento de la normativa salarial y laboral, la reducción impositiva a las empresas privadas, los incentivos fiscales a la inversión transnacional, el suministro confiable de materias primas, entre otros. En este contexto neoliberal, una de las graves consecuencias que este modelo ha generado en los países en desarrollo, es el abandono de los propios campos productivos por parte de los gobiernos respectivos, campesinos y productores agropecuarios.

Esta población desarticulada y desarraigada de su contexto social-económico-histórico-cultural de vida, esencialmente rural, ha pasado a engrosar los grandes cinturones de miserias y pobreza que rodean a las ciudades en los llamados países periféricos. Sin embargo, los niveles de vida de los productores/as agropecuarios de los países más industrializados y/o desarrollados han mejorado sustancialmente.

Hoy en día seguimos siendo, esencialmente, suministradores de recursos naturales no renovables, pero con una considerable merma de los mismos y, después de más de siglo y medio de neocolonialismo económico, cultural, social y político, no se ha logrado alcanzar los estándares mínimos de inclusión, justicia y equidad social en la calidad de vida de nuestras sociedades.

A finales de los años sesenta se inició un proceso de imposición del discurso (globalizador y neoliberal) de las tres grandes corporaciones crediticias (FMI, BM, BID) que tiene como base los criterios fundamentales para “ordenar las economías de los países pobres o en vías de desarrollo” y condicionar el financiamiento de proyectos locales a la aplicación de “ajustes macroeconómicos”.

La implantación de estas políticas económicas, trajo como consecuencia el aumento considerable de la pobreza en sus diversas adjetivaciones (relativa, moderada, atroz, extrema). Estos “ajustes macro-económicos” impuestos a los pueblos, con la complicidad de sectores políticos-económicos internos a cada uno de los países, hizo posible las convulsiones sociales en los Estados Latinoamericanos y Caribeños, manifestándose hechos como el Caracazo, que aconteció en Venezuela a fines de la década de los ochenta.

Es así como, estas políticas han estado dirigidas esencialmente a generar recursos internos (capitalización) para orientarlos al pago de deudas contraídas por estos países, en detrimento de los llamados programas sociales, afectando directamente las condiciones de vida dignas en la población de menos recursos.

El resultado para los países de la Periferia, que asumieron los mandatos de políticas económicas del FMI, del BM y del BID, es el “haber producido” mayores niveles de pobreza, más deserción escolar, más reducción de las políticas y programas sociales, menos calidad y cobertura de los servicios de salud, agua, vivienda, transporte, energía, menos financiamiento a pequeños y medianos productores del agro, etc.; y en definitiva, disminución de las condiciones de vida de las grandes poblaciones empobrecidas. Este deterioro socioeconómico se evidencia fundamentalmente en las poblaciones rurales; incidiendo negativamente en la soberanía y seguridad agroalimentaria de las referidas naciones, al tiempo que se instaura una agricultura de puerto: importación a gran escala de productos agropecuarios foráneos, impactando los patrones alimentarios de las poblaciones.

En este sentido, más que una teoría económica, la globalización etapa superior del capitalismo, se ha constituido en un “discurso hegemónico de un modelo civilizatorio,…, como una extraordinaria síntesis de los supuestos y valores básicos de la sociedad liberal moderna en torno al ser humano, la riqueza, la naturaleza, la historia, el progreso, el conocimiento y la buena vida ”. Según este modelo, impuesto por las potencias económicas mundiales al resto de las naciones, la sociedad industrial estructurada en clases sociales, desigual, injusta, inequitativa, empobrecedora de las condiciones de vida de la inmensa mayoría de la población mundial, se constituye, no sólo en el orden deseable, sino en el único posible . Es la lógica del pensamiento único en el marco de las relaciones “centro-periferia” de dominación capitalista mundial. Este discurso se ha ido consolidando mediáticamente a través de enunciados como los siguientes: “fin de la historia”, “sociedad sin ideologías”, “modelo civilizatorio único y universal”, “desaparición de la acción política y del estado”, haciéndolo aparecer como el único modo de vida posible.

Este discurso hegemónico de la globalización, expresado a través del pensamiento neoliberal, está fundamentado en las condiciones sociales, políticas, económicas, históricas, culturales, desde los inicios mismos de la expansión europea en el siglo XVI. No es una construcción reciente, sino que: “ con el inicio del colonialismo en América comienza no sólo la organización colonial del mundo sino… la constitución colonial de los saberes, de los lenguajes, de la memoria y del imaginario ”.

Cabe considerar, con relación a la producción agropecuaria, que este discurso de dominación que asegura “progreso y desarrollo” y se sustenta en la falta de vínculos con las necesidades reales de los pueblos, lleva adelante un proceso sistemático de destrucción planetaria, agotamiento de los recursos naturales no renovables y se expresa en la degradación del medio ambiente, empleo abusivo de agroquímicos, desaparición progresiva de los bosques y selvas, floras y faunas, agotamiento de suelos y de recursos hídricos (cuencas, micro cuencas, ríos, lagos, etc.), producción intensiva y extensiva y maximización de la producción para el mercado.

Las políticas públicas de la República Bolivariana de Venezuela están orientadas precisamente a revertir y desmontar el discurso de dominación neoliberal, sabiendo que la soberanía y seguridad agroalimentaria es una de las líneas estratégicas fundamentales en la Refundación de la República, expresada en la CRBV, en el Plan de Desarrollo Nacional (Cinco Equilibrios) y en el nuevo Mapa Estratégico (Los 12 Objetivos).

La Universidad Bolivariana de Venezuela, como Universidad de Estado, a través del Programa de Formación de Grado en Agroecología, asume la formación de ciudadanos/as universitarios/as comprometidos con la transformación estructural del Estado y la Sociedad, en el marco de la construcción colectiva de una sociedad socialista, que incorpora en este proceso formador y transformador, los conocimientos técnicos – científicos de la lógica modernista y los saberes y prácticas ancestrales y tradicionales de las diversas expresiones histórico-culturales del sector rural venezolano. En este contexto histórico de transformación socialista, se inscribe la nueva geopolítica del Estado y del Poder Comunal, dirigida a la reconfiguración estratégica de la producción agropecuaria y acuícola como Política de Estado para alcanzar la soberanía y seguridad agroalimentaria.

En este sentido, el PFG en Agroecología coordina esfuerzos de formación integral para enfrentar los retos actuales de transformación socialista desde el ámbito de la sustentabilidad del ambiente, de los agroecosistemas y de la producción agropecuaria y acuícola, a fin de coadyuvar a alcanzar la soberanía y seguridad agroalimentaria del País. De igual manera, el PFG en Agroecología tiene previsto, la formación de ciudadanos/as universitarios/as, para actuar en concordancia con las políticas de desarrollo dirigidas por el gobierno bolivariano de Venezuela, orientadas a la construcción del nuevo sistema socioeconómico socialista. La municipalización de la educación superior y el desarrollo endógeno constituyen las estrategias esenciales para impulsar las transformaciones, sustentadas en la explosión del poder popular a través de los Consejos Comunales, para potenciar el desarrollo de cada comunidad, que en esencia, permite el beneficio colectivo y el desarrollo local, regional y nacional, basado en la creación de una nueva estructura de relaciones sociales de producción y de propiedad sobre los medios de producción, eficiente y diversificada, social y agroecológica y ambientalmente sustentable.

El PFG en Agroecología promueve y gestiona el desarrollo integral de las comunidades, porque concibe la actividad agropecuaria como hecho complejo, transdisciplinar y multidimensional, no sólo desde la perspectiva socioeconómica, sino también, la ecológica, en donde el compromiso social y la responsabilidad política y técnica van unidas, para dar respuesta al desarrollo rural integral de estas comunidades. Todo ello para afianzar la soberanía agroalimentaria, a través de la dignificación de la persona: centro y argumento de todas las transformaciones que permitan alcanzar la suma de felicidad posible.. Al tiempo que establece el diálogo de saberes y prácticas, entre conocimientos académicos y conocimientos ancestrales y tradicionales.

En lo esencial, se busca coordinar y articular esfuerzos institucionales y locales que permitan alcanzar las políticas dirigidas a la diversificación y fortalecimiento del sector productivo agropecuario y acuícola, a través de la progresiva autonomía tecnológica y la autosustentabilidad de las cadenas productivas, fundamentado en un uso racional y sostenible de los recursos naturales. En este contexto el P.F.G Agroecología orienta su eje de acción en los siguientes principios básicos:

1. Desconcentración territorial: la nueva geopolítica del poder popular se centra en el reordenamiento territorial, para superar el modelo centralista, promotor de la inequidad demográfica y el subdesarrollo regional, y ofrecer a todas las comunidades del país la oportunidad equitativa de desarrollo sustentable sobre la base de las potencialidades locales y la interrelación de comunidades y regiones, promovidas por los Consejos Comunales. A su vez, responde a la necesidad de garantizar el pleno aprovechamiento de los recursos y potencialidades existentes en cada zona del país, así como de potenciar y diversificar las actividades productivas para la soberanía y seguridad agroalimentaria.

2. Lucha contra el latifundio: las potencialidades agropecuarias de la nación y la vocación productiva de la población campesina están limitadas por la inequidad en la distribución y tenencia de las tierras. Por ello, los fines de justicia social, soberanía y seguridad alimentaria y equilibrio territorial dependen del desarrollo rural integral y de la justa redistribución de la tierra. De allí el valor estratégico otorgado a la guerra contra el latifundio en el marco de la reforma agraria integral, como medio para garantizar el derecho a la tierra de los campesinos, pueblos ancestrales y demás productores agropecuarios, así como la transformación de tierras ociosas en unidades económicas productivas y de la ordenación sustentable de las regiones y/o comunidades con vocación agrícola y pecuaria para asegurar su potencial productivo agroalimentario.

3. Ambiente sano y productivo: Para lograr un desarrollo equitativo y duradero es necesario garantizar el aprovechamiento sustentable de los recursos naturales y el respeto al medio ambiente en todas las actividades productivas, industriales y extractivas. Por ello el desarrollo endógeno busca fortalecer la productividad asociada al equilibrio ambiental, procurando armonizar las actividades productivas y el mejoramiento de las condiciones de vida con el entorno en que se desarrollan, con infraestructura y uso de tecnología respetuosas con el ambiente y las formas de vidas locales. No debe haber contradicción entre la vida humana, el desarrollo sustentable de la naturaleza y la necesidad de garantizar el desarrollo para las generaciones venideras.

4. Producción nacional: la lucha contra la dependencia y por la soberanía económica pasa por la sustentabilidad productiva interna y un nuevo modelo de las relaciones sociales de producción, como vía para garantizar el auto abastecimiento progresivo y el desarrollo de las comunidades y de la nación. Por ello, el modelo pone especial énfasis en la recuperación reforzamiento, activación y creación de actividades productivas nacionales y en la diversificación y eficiencia de las mismas. A su vez se promueve la planificación y articulación de las cadenas productivas, con el doble objetivo de responder a las necesidades de desarrollo local y nacional, y garantizar la competitividad de la producción nacional en los mercados externos.

5. Independencia y pertinencia tecnológicas: la dependencia tecnológica es uno de los factores fundamentales del subdesarrollo de nuestras naciones. Sin embargo, no se trata de promover la simple adquisición de tecnologías, sino de conjugar los saberes ancestrales y tradicionales con los avances tecnológicos, bajo criterios de pertinencia cultural, social, política, económica y productiva. Esto significa que no se privilegia un determinado tipo de tecnología, sino que se planifica y concierta tecnología artesanal, de avanzada o de última generación, según los requerimientos de cada actividad productiva y los procesos de incorporación en las comunidades. A su vez, significa rescatar y revalorizar los saberes ancestrales y tradicionales de las comunidades para su adaptación y aplicación a las transformaciones sociales.

6. Soberanía y seguridad agroalimentaria: la seguridad agroalimentaria es la capacidad de una nación para abastecerse de alimentos, mientras que la soberanía agroalimentaria apunta a fortalecer y sostener en el tiempo su capacidad de auto abastecimiento. La soberanía alimentaria progresiva se alcanza por medio de políticas de transformación de las relaciones de producción agropecuarias, pesqueras e industriales, que activen y consoliden los procesos de producción sustentable, distribución, comercialización y almacenamiento de la producción.

7. Organizaciones Socialistas de Producción: las formas de asociación económica solidaria son la modalidad básica de organización para el trabajo en el logro de los objetivos del desarrollo endógeno sustentable, para garantizar los procesos de transformación de la sociedad venezolana. Las empresas de producción social, el cooperativismo, empresas mixtas, empresas recuperadas, etc., son modelos de organización social y productiva que ponen en práctica principios de interés colectivo, solidaridad, participación igualitaria, inclusión; y se opone al individualismo, a la acumulación individual de capital, la fragmentación del trabajo y los roles y formas de dominación expresada en las relaciones laborales y jerarquizadas del capitalismo.

8. Trabajo no dependiente: el modelo socialista de desarrollo endógeno sustentable procura la auto determinación social y económica de las comunidades, organizadas solidariamente para la autogestión de los procesos productivos. Por medio de organizaciones socialistas de producción se busca transformar las relaciones sociales de producción capitalistas dependientes, para conformar una red de empresas sociales y productores independientes mutuamente relacionados sobre la base de intereses comunes, a su vez articulados en sus actividades productivas con los objetivos de desarrollo local y nacional.

9. Cultura local y/o el desarrollo hacia adentro: parte de los valores e identidades locales y el sentido de pertinencia de las comunidades con su tierra y su historia. El modelo endógeno revaloriza y fortalece las vocaciones y particularidades locales, regionales y nacionales, tomando en cuenta los saberes y culturas ancestrales y tradicionales, la historia de las comunidades y pueblos y sus raíces, los saberes locales y de lucha, las tecnologías propias ancestrales, las modalidades organizativas autóctonas, etc.

10. Democracia participativa y protagónica: la superación del modelo socioeconómico de dominación, se sustenta en la transformación del modelo de democracia representativa, y su sustitución definitiva por las instituciones de democracia participativa prevista en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela; por ello, las políticas de desarrollo endógeno deben ir acompañada de la profundización de todas las formas de participación y protagonismo de las comunidades en los procesos productivos locales, regionales y nacionales, especialmente a través de los Consejos Comunales. Solo así, se logra que las medidas adoptadas respondan a las necesidades y transformaciones locales.

11. Organización popular: el éxito del modelo depende de la capacidad organizativa y compromisos de los sujetos del desarrollo, y por ello es necesario promover y garantizar la participación y protagonismo de las comunidades en los procesos propios de la producción de la Vida Cotidiana. Solo así se lograra que las medidas adoptadas respondan a los valores, necesidades y criterios de las comunidades, como principales protagonistas del nuevo modelo de desarrollo; a su vez, las políticas deben sustentarse en la participación y contraloría social de las organizaciones (comité de tierra, asambleas populares, mesas técnicas de agua, otras formas de organización popular), como medio para garantizar la pertinencia y sustentabilidad de las dinámicas del desarrollo endógeno, y así garantizar el éxito de las nuevas asociaciones productivas socialistas, fundadas en la explosión del poder popular.

II Lugar Premio de Periodismo “Dr. Manuel Palacio Fajardo” 2016

Desde el 06012014 - 4:35 p.m.