Un científico de la Universidad de Wageningen señala que los mosquitos
se guían por la huella invisible de dióxido de carbono presente en el
aire alrededor de los humanos.
Algunas personas pueden pasar todo el verano a la intemperie y no
sufrir las picaduras de mosquitos. Otras, por más que se bañen en
repelente y mantengan conectados dispositivos eléctricos contra
insectos, simplemente se vuelven un desastre debido a la picazón.
Según una publicación de Live Science, estos insectos usan sus órganos sensoriales para detectar a sus víctimas
desde una distancia de hasta 50 metros. De esta forma, van siguiendo la
huella invisible de dióxido de carbono que se encuentra en el ambiente
alrededor de los humanos.
En concreto, los mosquitos dependen del dióxido de carbono para encontrar a sus huéspedes.
Y son nuestros pulmones los que expulsan ese gas, que aunque termina
diluido en el aire, tarda un tiempo en mezclarse, lo que provoca una
especie de “migas de pan” que los mosquitos aprovechan para seguir y
localizar a sus víctimas. Así lo explicó el entomólogo Joop van Loon, de la Universidad de Wageningen en los Países Bajos:
Los mosquitos comienzan a orientarse a esos impulsos de dióxido de carbono y continúan volando contra el viento mientras perciben concentraciones más altas que las que contiene el aire del ambiente normal.
El asunto cambia en espacios reducidos
Las
cosas se vuelven personales cuando los mosquitos se encuentran
aproximadamente a un metro de distancia de un grupo de posibles blancos.
En este caso, los insectos tienen en cuenta múltiples factores como la
temperatura corporal, la sudoración o incluso el color de la ropa.
Van Loon afirma que la principal razón por la que los mosquitos pican más a ciertas personas que a otras, tiene que ver con la cantidad de compuestos químicos
—que cambian según las variaciones genéticas y el entorno de cada
persona— generados por las colonias de bacterias que habitan en nuestra
piel.
Las bacterias convierten las secreciones de nuestras glándulas sudoríparas en compuestos volátiles que son trasladados por el aire al sistema olfativo en la cabeza de los mosquitos.
Estos paquetes de productos químicos son complejos e incluyen más de 300 compuestos diferentes que varían de persona a persona según los genes y el entorno.
Según un estudio publicado en 2011 por la revista PLOS ONE, las personas con una mayor diversidad de microbios en la piel son menos propensas a sufrir picaduras de mosquitos
(y viceversa). Incluso los científicos pudieron establecer que quienes
portaban las bacterias Leptotrichia, Delftia, Actinobacteria Gp3 y
Staphylococcus eran menos picados que los demás. Por el contrario, las
personas con las bacterias Pseudomonas y Variovorax en su piel
resultaban atrayendo más a estos insectos.
Por
cierto, los expertos también aseguran que “a los mosquitos les encanta
el color negro”, así que considera usar ropa clara en tu próxima salida
al aire libre.
F/ GRANDES MEDIOS
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