El presidente del Estado Plurinacional de
Bolivia, Evo Morales Ayma, ha propuesto al mundo los 10 mandamientos haciendo
referencia a la economía, al capitalismo y a los recursos naturales de la
siguiente manera:
El capitalismo nos ha querido uniformizar a todos
para volvernos en simples consumidores. Para el Norte hay un solo modelo de
desarrollo, el suyo. Las recetas neoliberales del Banco Mundial y del Fondo
Monetario Internacional han llevado a la crisis a la mayoría de los países. Sin
embargo, la Organización Mundial del Comercio insiste con esta receta única
para todos los países del planeta. Los modelos únicos a nivel económico vienen
acompañados de procesos de aculturación generalizada para imponernos una sola
cultura, una sola moda, una sola forma de pensar y ver las cosas: la del
capitalismo. La globalización capitalista pasa así a destruir la riqueza de la
vida, su diversidad.
Los pueblos indígenas del planeta no creen en
soluciones únicas para todo el mundo. Los seres humanos somos diversos. Vivimos
en pueblos con identidad propia, con una cultura particular.
Destruir una cultura, atentar contra la identidad
de un pueblo, es el más grave daño que se le puede hacer a la humanidad.
Los pueblos indígenas del planeta creemos que no
ha habido ni habrá un único modelo de vida que pueda salvar al mundo. Somos
conscientes de que vivimos y actuamos en un mundo plural, y un mundo plural
debe respetar la diversidad, que es el otro nombre de la vida.
El respeto y la complementariedad pacífica y
armónica de las diversas culturas y economías es esencial para salvar al
planeta, la humanidad y la vida. Ya no quedan dudas de que el cambio climático
es el resultado de la actividad humana. Miles de científicos de todo el mundo
han dicho su palabra.
Ya no quedan dudas de los terribles efectos que
puede causar un aumento de la temperatura del planeta en las próximas décadas.
Ahora ya sabemos que si la temperatura del planeta aumenta entre uno y seis
grados centígrados en los próximos 100 años, desparecerían entre un quinto y un
tercio de todas las especies de flora y fauna del mundo. Ese aumento
provocaría, además, la inundación de islas y costas en las que viven millones
de personas.
Todos sabemos ahora que el calentamiento global
del planeta se debe a la emisión de dióxido de carbono. Y todos sabemos que la
emisión de dióxido de carbono se debe al uso excesivo del petróleo y otras
energías fósiles. Por eso en todo el mundo se realizan campañas para consumir menos
petróleo, reducir las emisiones de carbono, reciclar la basura y proteger el
medio ambiente.
Los científicos nos han dicho, sin embargo, que
esas campañas no han logrado frenar el calentamiento global del planeta.
Nosotros, los pueblos indígenas, sabemos que esas campañas no enfrentan la
causa estructural que ha provocado la más grave de todas las enfermedades que sufre
la Madre Tierra.
Nosotros sabemos que para curar a la Madre Tierra
es necesario tener conciencia de que esa enfermedad tiene nombre y apellido: el
sistema capitalista mundial.
No es suficiente ni justo decir que el cambio
climático es sólo el resultado de la actividad del ser humano sobre el planeta.
Hace falta decir que es un sistema, una manera de pensar y sentir, una manera
de producir riqueza y pobreza, un patrón de “desarrollo”, que nos está llevando
al borde del abismo.
Es la lógica del sistema capitalista la que está
destrozando el planeta, es la ganancia, la obtención de más y más ganancia por
sobre todas las cosas. Es la lógica de las empresas transnacionales a las que
sólo les importa aumentar las utilidades y bajar los costos.
Es la lógica del consumo sin fin, de la guerra
como instrumento para adueñarse de mercados y recursos naturales, y no importa
si para conseguir más mercados y más ganancia se tiene que destruir los
bosques, explotar y despedir trabajadores y privatizar los servicios esenciales
para la vida humana.
Es en la competencia y el lucro, el motor del
sistema capitalista, donde debemos encontrar el origen, las causas y
explicaciones del cambio climático. Para el capitalismo no hay ningún objeto sagrado
ni digno de respeto. En manos del capitalismo todo se convierte en mercancía:
el agua, la tierra, el genoma humano, las culturas ancestrales, la justicia, la
ética, la muerte… la vida misma.
Todo, absolutamente todo, se vende y se compra en
el capitalismo. Y hasta es posible que el propio cambio climático termine
convirtiéndose en mercancía. No podemos caer en el engaño.
Mientras subsista el capitalismo subsistirán los
efectos del cambio climático; mientras exista el capitalismo las emisiones de
carbono seguirán aumentando, la frontera agrícola se irá ampliando y la basura
continuará inundando el planeta.
No nos engañemos, los ideales de una vida libre y
digna son incompatibles con el modo de vida del capitalismo.
Si queremos iniciar una discusión seria y sincera
sobre el cambio climático tenemos que saber que se trata de la lucha entre dos
formas de vida, entre dos culturas: la cultura de la basura y la muerte, y la
cultura de la vida y la paz. Ésta es la esencia de la discusión sobre el cambio
climático.
“Para preservar el planeta, la vida y la propia
especie humana, debemos acabar con el capitalismo”.
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