El agroecosistema o sistema agrícola puede caracterizarse como un
ecosistema que es sometido por el hombre a continuas modificaciones de sus
componentes bióticos
y abióticos.
Estas modificaciones introducidas por el hombre, afectan prácticamente todos
los procesos estudiados por la ecología,
y abarcan desde el comportamiento de los individuos tanto de la flora como la fauna, y la dinámica
de las poblaciones hasta la composición de las comunidades y los flujos de
materia y energía.
Como es un proceso generador de cambios intensos, la
generación de agroecosistemas es el fenómeno más ampliamente extendido, si
comparamos el resto de las acciones humanas que modifican el ambiente, el
agroecosistemas es el que afecta a la mayor superficie del globo terráqueo.
Según estimaciones, más de la mitad de la superficie de la corteza
terrestre ha sido destinada a la práctica de la agricultura (12%), la
ganadería (25%) o la plantación de bosques artificiales (15%).
La ética ecológica de la agricultura
reside en la destrucción del ecosistema prístino, y de la diversidad biológica
en pos de sistemas agrícolas para unas pocas especies que el hombre denomina
cereales útiles. Estos agroecosistemas no son sustentables energéticamente,
desde el advenimiento de la era de los combustibles fósiles, el balance
energético sería posiblemente nulo si se midieran las diferencias
kilocalóricas, empleadas en la agricultura, y las kilocalorías obtenidas. Es
factible que sin combustibles fósiles muchos serían abandonados de tener que
producir en economía solar.
Estos agrosistemas pueden clasificarse en diversos
tipos:
1.- Pastoriles: cuando lo que se utiliza es la biomasa
vegetal para alimentación de ganado, es allí cuando hablamos de sistemas
agropecuarios.
2.- Silvícolas: cuando se foresta con árboles, que en
general son las especies que el hombre considera de interés económico. Pudiendo
hablarse de Silvopastoriles cuando se asocian árboles y pastizales para el
ganado.
3.-Cerealeros: cuando lo que se produce
son cereales, maíz, sorgo, maní, soja, girasol, algodón, trigo, cebada, entre otros.
Para un agroecosistema sustentable se ponen en juego entonces los siguientes objetivos:
- Reducir el uso de energías y recursos
- Emplear métodos de producción que restablezcan los mecanismos que conducen a la estabilidad de la comunidad.
- Optimizar el reciclaje de materia y nutrientes, y asegurar un flujo eficiente de energía.
- Utilizar al máximo la capacidad multiuso del sistema.
- Disminuir los costos.
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