En la mañana del martes 29 de octubre, en el marco de una serie de
actividades propuestas por la Fundación Rosa de Luxemburgo con motivo de
la inauguración de su nueva casa de la oficina Cono Sur, se realizó una
recorrida por las experiencias agroecológicas de la Unión de
Trabajadorxs de la Tierra (UTT).
Para abordar la temática de la producción de alimentos y mostrar que
alimentarse no solamente es comer se propuso un recorrido que se inició
por el último eslabón de la cadena de producción de alimentos: la
comercialización. Así fue que la mañana del martes comenzó desde
temprano en el almacén de la UTT, situado en el barrio de Almagro, con
un desayuno rodeado de las frutas, hortalizas y productos de la tierra
de origen regional y cooperativo. Degustar lo que se produce de manera
agroecológica, para empezar a pensar en los alimentos que consumimos.
Uno de los trabajadores de la UTT contó sobre la experiencia de
organización y comercialización que les permite ir construyendo un
precio más justo para el productor y el consumidor. Allí se generó un
diálogo con las y los asistentes en donde se explico cómo es posible
acceder a verduras y hortalizas frescas y escapar al ciclo de
intermediación que, además de integrar la cadena de valor y abuso sobre
las y los pequeños productores, incide en otros valores como el
nutricional, el sabor y la frescura de los productos que consumimos. Un
mate con yerba orgánica, frutas secas de Mendoza, frutas frescas de la
quinta, quesos y dulces producidos por cooperativas fueron parte del
menú.
Con la tierra aún húmeda llegamos hasta la localidad de El
Pato, conurbano bonaerense, donde algunas de las familias de pequeños
productores y productoras trabajan la tierra para producir hortalizas y
flores de corte. Bernardo Castillo nos recibió en su quinta contando
que “teníamos acá una hectárea de donde nació la agroecología y se
convirtió en bandera de lucha a nivel nacional”.
La UTT está
compuesta por unas 16 mil familias en todo el país, que no solamente son
productoras de hortalizas y flores, sino también de chanchos, leche y
huevos. En asamblea se discute y se acuerda cómo y qué cosechar y a qué
precio vender, sin que esté afectado por las oscilaciones del mercado
que perjudican tanto al productor como al consumidor.
Es la confianza en la naturaleza
Bernardo comenzó con la
producción de floricultura por la cercanía del Mercado de Flores de
Abasto y luego se diversificó con las hortalizas. Es decir, con todos
los productos de la tierra que no son frutas: acelga, zanahoria, verdeo,
achicoria, papa, frutilla, alcauciles, entre otras.
“Trabajamos
con la biodiversidad y de una manera agroecológica, que es la única
forma de lograr una cosecha segura. Es la confianza en la naturaleza lo
que me vale a mí: yo planto lo que la naturaleza me lo va a dar. Es una
esperanza para adelante”, agregó Bernardo. Además explicó que la
diversidad les asegura la cosecha porque no se dedican a un solo
producto.
Qué quiere decir Agroecología
“Por producir
agroecológicamente se gana más”, afirma uno de los trabajadores. El
Cotepo, Consultorio Técnico Popular, es desde donde se implementan estas
prácticas agroecológicas. “Se van formando con el método cubano, de
campesino a campesino. Aprender y transmitir lo aprendido a otros
compañeros, la solidaridad como herramienta de aprendizaje y de
construcción”, explicaron desde el Cotepo. “Pero además es un modo de
recuperar nuestros saberes, como producían nuestros padres y abuelos que
no necesitaban químicos para producir, y luego devolvemos lo que
aprendemos y lo compartimos con otro”, agregaron.
En esa misma línea, una de las trabajadoras de la UTT aseguró que “la
agroecología te abraza no te desplaza. Tenemos una red a nivel
nacional, damos cursos, recibimos compañeros de todas las regiones.
Nuestros insumos son baratísimos en relación a lo que se comercializa en
el mercado. Las productoras hablan de la tierra, de curarla para que
sus hijos e hijas y lxs nuestrxs puedan comer sanamente y no
envenenarse”.
Luchas por el territorio
La lucha no solo es por el acceso a
la tierra, una histórica reivindicación de quienes la trabajan. También
implica cuidarla para que produzca alimentos sanos en las mejores
condiciones para las y los trabajadores y sus familias y, también, para
lxs consumidores. “La tierra es un ser vivo, es como un enfermo al que
hay que curar. Es una relación de respeto”, explicó uno de los
productores respecto a la remediación de la tierra afectada por el uso
de agroquímicos. “Para curar la tierra los insumos están en la misma
quinta”. Por eso tienen un “kiosco”, donde se almacenan los bioinsumos
naturales que ellas y ellos mismos producen recuperando saberes que
traen de sus tierras. En ese kiosco se encuentran los preparados
naturales para cuidar la tierra y producir en condiciones de cuidado:
remediaciones, caldos minerales, fertilizantes naturales, purinas,
tinturas madres.
Por su parte, los circuitos de distribución y
comercialización no solamente permiten un precio más justo para
productorxs y consumidorxs, sino que además les permite producir
pensando que tienen asegurada la comercialización de sus productos.
Mercados populares, bolsones, venta directa, ferias y almacenes son
algunos de los recursos que se fueron inventando para escapar a la
avaricia y el abuso de las intermediaciones y las corporaciones y lograr
una forma de comercio justo.
Mujeres de la tierra
Las trabajadoras de la tierra levantan
su voz para contar que “la mujer también tiene que decidir, porque antes
solo era el varón el que decidía”. Ellas también han dejado de estar en
el anonimato, salieron del silencio y visibilizaron la cantidad de
tareas y responsabilidades que asumen cotidianamente, producto del rol
que el patriarcado les impuso. Es por eso que decidieron crear una
Secretaría de Género.
Las madres trabajadoras de la tierra también son las que dan de
comer, las que se ocupan de educar a sus hijos e hijas, las que bregan
para que “puedan comer sanamente y que la agroecología es vida y salud
para todos”, explicó Zulma, una de las trabajadoras. Organizaron también
un jardín comunitario “para que nuestras compañeras puedan trabajar y
que los niños estén seguros y coman bien”.
Las mujeres en el campo
no están exentas de las diferentes formas de violencia de género, como
lo es la violencia económica y necesitan que sus hijas e hijos estén
cuidados para poder salir a trabajar. Frente a estas situaciones además
fueron creando una escuela de remedios naturales, donde las mujeres
recuperan y comparten saberes y así aprenden a curarse. Encontraron
además una fuente de trabajo con la venta de tinturas madres y remedios
naturales, porque “la tierra te da todo para curarte”, afirmó Zulma.
Son
ellas también las que pusieron en evidencia las necesidades que afectan
a niñas y niños del sector con las faltas de vacantes en las escuelas
para las y los hijos que intentan acceder a las escuelas medias, por lo
que “sueñan con crear escuelas rurales” para cubrir estas necesidades.
Hombres y mujeres van aprendiendo a compartir tareas y
responsabilidades, mientras ponen en evidencia la disparidad de
responsabilidades y la ausencia de las mujeres en la toma de decisiones.
El
hermoso día de caminar al sol, tocar las plantas, reconocerlas,
escuchar a las y los trabajadores que tienen una relación de trabajo y
amor por la tierra, finalizó con un almuerzo con sus productos y comidas
bolivianas, de donde son originarios buena parte de quienes producen lo
que nos da de comer.
Un campo de disputa
Nahuel Levaggi, coordinador nacional de
la UTT, y Diego Montón, referente del Movimiento Nacional Campesino e
Indígena (MNCI) – Vía Campesina de Mendoza, estuvieron a cargo del
cierre de la actividad.
Levaggi, explicó que la lucha
reivindicativa fue el inicio de la organización que demandaba al Estado
mejorar la calidad de vida de las y los productores familiares y el
acceso a la tierra para quien la trabaja. Le siguieron otras luchas que
se fueron construyendo en el camino. Se propusieron visibilizar al
sujeto social que produce lo que se consume, sus condiciones de vida y
el abuso de los circuitos de intermediación a los que son sometidos, con
acciones concretas como los Verdurazos, que además permitió poner en
primer plano el hambre de miles de personas que se acercaban. Una acción
que se sostuvo durante los cuatro años del macrismo. Tal como lo relató
el coordinador de la UTT, “esto permitió ir construyendo alianzas con
el pueblo y poner en evidencia ese otro campo lejos del imaginario del
campo y la tradicional oligarquía rural más vinculada al Agronegocio,
los pooles de siembra y los negocios financieros, para poder construir
otro modelo de campo vinculado a la necesidad de construir nuestra
soberanía alimentaria”. Una síntesis que también incluye un hito como
fue el Primer Foro Agrario Nacional de este año en el que se construyó
un Programa Agrario frente a la imposibilidad de proponer la reforma
agraria de manera directa.
Levaggi fue preciso al destacar que “el
eje de la discusión hoy son los alimentos y a través de eso uno puede
interpelar al conjunto de la sociedad. Ese es el eje desde donde
discutir el modelo, la matriz productiva, la matriz de comercialización,
el modelo agrotóxico, la matriz energética. Eso que une a todos y todas
y que entendemos es una de las herramientas para plantear el modelo
alternativo”.
Diego Montón, del MNCI, llegado de Mendoza, también
pudo trazar una breve semblanza de la historia de una clase ganadera que
construyo una cultura dominante basada en el exterminio de indígenas y
negrxs que impuso un modelo de consumo alimentario basado en la harina
de trigo y la carne de vaca, al tiempo que se fueron destruyendo
patrones alimentarios nacionales. “Somos de los países que menos frutas y
hortalizas consume, donde se impuso el consumo de la leche de vaca y
donde la malnutrición es una impronta cultural”, explicaba.
También
aludió a la promulgación de la Declaración de los derechos de
campesinos y campesinas que fue aprobada en la ONU a fines del año
pasado y que en términos concretos implica obligaciones de los Estados
para asegurar efectivamente el acceso a derechos básicos que todavía no
habían sido reconocidos. Puntualizó además sobre algunas cuestiones
ligadas al modelo productivo, donde la crisis climática parece tener un
papel importante en la crisis alimentaria, junto a la desocupación
ligada al campo.
Montón afirmo que “el desafío es politizar la
discusión en torno a la alimentación”, en una coyuntura que reconoce en
el Congreso Nacional la emergencia alimentaria, que condena a miles de
personas al hambre y en donde juega un importante papel la definición de
la soberanía alimentaria, “que tiene que ser con el protagonismo activo
de las organizaciones del sector campesino e indígena”.
- Fotos de Oscar De la Vega.
Fuente: Marcha
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