La ley de sepelios alemana es una de las más estrictas de Europa. Ahora
se están popularizando los entierros forestales. Pero ¿los funerales en
los bosques son sostenibles? La reportera Tamsin Walker nos lo cuenta.
Atribuyo mi morbosa fascinación por todo aquello relacionado con la muerte, al hecho de que crecí cerca de un cementerio.
De este modo, pasé toda mi infancia observando el ir y venir de los
dolientes y coches fúnebres. Me inventaba historias sobre los cuerpos
sin vida. Estaba convencida de que los cadáveres permanecían en el
edificio bajo, que daba al campo en el que solía jugar. Al mudarme a
Alemania, muchos años más tarde, sabía más que suficiente sobre los
diferentes tipos de ritos funerales y, por tanto, me desconcertaron
mucho las duras leyes que impone este país a sus muertos.
Normalmente aquí, en Alemania, se alquilan tumbas por un período de 20 a
30 años, donde las lápidas en su mayoría están separadas con precisión
por gravilla o tierra rastrillada. La falta de cuidado de una tumba
puede dar lugar a multas elevadas de la administración del cementerio.
Imponentes tumbas en un antiguo cementerio en el centro de Berlín.
Cuando expira el contrato de arrendamiento, y la familia no paga las
tasas de renovación, la tumba es desalojada sin contemplaciones para
hacer espacio y albergar a otro difunto.
Desde 1934 es posible hacer incineraciones en Alemania y cada vez más
personas se decantan por esta opción. Pero las reglas de la cremación
son estrictas. En todas los Estados Federados excepto en Bremen, donde
la ley se actualizó el año pasado, los restos son trasladados en una
urna y enterrados más tarde por el empresario de pompas fúnebres. Los
familiares no pueden esparcir las cenizas de sus difuntos en un lugar
significativo y elegido por ellos. La funeraria, al parecer, está por
encima de ellos.
Voy al encuentro de Susanne Jung, una de las fundadoras de la empresa
berlinesa ”Funeral Ladies” (“Damas funerarias”), y le pregunto qué
filosofía siguen estas reglas.
“Lamentablemente se lo pregunta a la persona equivocada”, responde con
perplejidad. “No creo que nadie lo sepa. Son leyes muy antiguas que
nunca se han cambiado. Las personas que quieren guardar las cenizas de
sus difuntos, se ven obligadas a ir a Suiza. ¿No es asombroso? Se ha
creado así una zona legal gris”, explica.
Los árboles seleccionados son señalados con un lazo hasta que se alquilan.
En el contexto de un mercado “gris” de tales características (entre la
legalidad e ilegalidad), la idea de los entierros ecológicos y “verdes”
parece tan radical, que no tendría ninguna oportunidad. Pero las
autoridades alemanas permitieron la apertura del primer bosque
cementerio hace 15 años y desde entonces, se han creado casi 60 en todo
el país.
En las profundidades del bosque alemán
Visito uno de esos cementerios. Para quienes lo desconocen, el
cementerio forestal situado a 4 minutos al este de Berlín pasa
inadvertido como un bosque común. A excepción de las discretas placas de
identificación en la corteza de los árboles y las cintas de colores,
que se atan ocasionalmente alrededor de los troncos, no hay ninguna
indicación de que se trate de un lugar para el descanso final. Thomas
Weber, guarda del bosque, me explica que las cintas señalan las tumbas,
que todavía están disponibles.
Weber describe el bosque como una comunidad viva de árboles, plantas y
animales. Cuenta que las personas que van a los funerales en el bosque,
miran al cielo y a la copa de los árboles de forma automática. “Eso”,
dice, “abre el pecho y el corazón de tal modo que ayuda a superar el
dolor que uno siente”.
Thomas Weber describe el cementerio forestal como una comunidad viva a la cual
vuelven las cenizas.
“Por supuesto tienes que soltar ese dolor, pero un árbol es un fuerte
compañero. Te puedes apoyar en él, ver que tiene vida y que la vida
rebosa alrededor de él. A algunas personas les gusta imaginar que las
cenizas se liberan al suelo y el árbol absorbe los nutrientes dando
lugar a un circuito”.
Incineración frente a entierro
Por su forma de hablar, está claro que Weber es un gran defensor de este
nuevo uso de los bosques alemanes. De hecho, dice que también le
gustaría descansar finalmente allí. Pero ¿son los entierros forestales
más sostenibles y ecológicos que los funerales convencionales? Después
de todo, el cuerpo solo puede ser enterrado en el bosque una vez que ha
sido incinerado y que las cenizas se introducen en una urna sellada y
biodegradable.
Son varios los problemas. Por un lado, la incineración de un cadáver da
lugar a emisiones de dióxido de carbono que se expulsan a la atmósfera.
La magnitud de la huella de carbono dependerá del crematorio. Por otro
lado, el entierro, o inhumación, requiere mucho espacio. Otro problema
es la contaminación del suelo. Al fin y al cabo, no solo aquellos
cuerpos embalsamados con sustancias químicas están contaminados.
A pesar de las flores, un cementerio convencional no se siente como una “comunidad viva”.
Tras abandonar el bosque, me siento un rato sobre un banco en un viejo
cementerio de Berlín. A pesar de su enorme tamaño y que se siente menos
estéril que otros en los que he estado, está rodeado por altos muros y
por tanto aislado de la vida animada al otro lado. No así el bosque, lo
percibí de forma muy distinta – como un lugar, en el que las almas de
los muertos pueden coexistir en armonía con el mundo que les rodea.
- Fecha 06.09.2016
- Autor Tamsin Walker (AR/ER)
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