Deberíamos aprender algo de respeto a la naturaleza como lo tienen los pueblos indígenas.
El modelo más antiguo de conservación de biodiversidad surgió a
partir de la relación que mantienen pueblos indígenas con los entornos
naturales que habitan. A lo largo de muchas generaciones estos grupos
han incorporado en sus usos y costumbres, incluso en su cosmovisión, los
recursos naturales a su alrededor: dependen de ellos para subsistir,
los valoran y protegen, y los conocen como nadie.
Históricamente, estos grupos han sostenido una relación con su
entorno natural que no solo asegura la conservación del mismo, también
les permite proveerse, y de forma sustentable, de los insumos que
requieren para subsistir. Al respecto, Francisco Rilla, especialista en
medio ambiente y gobernanza, por las Naciones Unidas, advierte:
Su entendimiento del entorno está basado en un sofisticado conocimiento
colectivo de la ecología, así como en las capacidades que les permiten
manejar sus territorios de forma que resguarda sus formas de vida y
garantiza la sostenibilidad de los recursos naturales.
Más allá de celebrar las actividades de conservación de las
comunidades indígenas, y ante la urgente necesidad que hoy enfrentamos
de establecer mecanismos de conservación efectivos, es imperativo
reconocer y reforzar el papel que estos grupos desempeñan en el presente
y futuro de la biodiversidad del planeta.
Se calcula que en la actualidad la población indígena consta de
aproximadamente 370 millones de personas, distribuidas en setenta
países, y quienes ocupan casi una cuarta parte del territorio mundial.
En esta porción del territorio se aloja el 80% de la biodiversidad del
planeta, lo cual recalca el carácter decisivo de los pueblos indígenas
en las labores conservacionistas.
Está función de los grupos indígenas ha sido, por fin, ampliamente
documentada y avalada en años recientes. Sin embargo, también se ha
demostrado que en los casos en que estos grupos cuentan con el derecho
de posesión legal sobre estas tierras, y con apoyo gubernamental para
manejarlas, entonces se logran resultados insuperables frente a otros
instrumentos de conservación –así lo sugiere un amplio estudio que
analizó los casos de seis países, Securing Forest Tenure Rights for Rural Development: Lessons from Six Countries in Latin America–.
F/ https://nation.com.mx
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