Prof. Betty Arias investiga sobre las semillas venezolanas / Foto captura VTV |
La implementación de la Ley de Semilla da “importancia a conservar y
rescatar nuestra semilla nativa, local y campesina. Con esto le estamos
diciendo: No a lo transgénico (…), y le damos una connotación jurídica a
la semilla” además, se contemplan aspectos socioeconómicos, políticos,
éticos y moral.
La consideración la formuló la profesora
Betty Arias, investigadora y docente de la Universidad Bolivariana de
Venezuela, quien dirige el proyecto de rescate del Tapiramo, semillas
que, aunque están en el país, son poco conocidas.
Aseguró que el país tiene la capacidad
de sustituir importaciones, dado que “tenemos la fortaleza y los
institutos con un buen nivel de investigación, así como lo saberes
populares”.
La docente e investigadora explicó que
el impulso a la agricultura en todos los espacios, promueve “la siembra
de nuestras propias semillas. Que los mejoramientos genéticos sean a
través de formas naturales”.
“Los químicos aumentan la producción
pero con un costo sobre nuestras propias vidas, la de los niños y la
hambruna a futuro. Porque donde se siembra el transgénico la tierra
muere y, además, la semilla transgénica no es una semilla viva porque no
se puede reproducir”.
Sobre la investigación que adelanta,
explicó que se trabaja sobre 23 variedades de tapiramo, lo que es tan
solo una muestra de las variedades de esta leguminosa, considerando que
el banco de semillas del Instituto Nacional de Investigaciones Agrícolas
(INIA), en Maracay, cuentan con un reservorio de 170 variedades. A este
grano se lo conoce como mantillino, guaracaro o poncha dependiendo de
la región donde se cultive.
“Su valor nutricional es superior a lo
que aporta la caraota negra. Queremos que los agricultores vuelvan a
cosecharlo”, afirmó la investigadora.
Manifestó la importancia de este tipo de
estudios, especialmente en el caso de las leguminosas que “tienen un
gran potencial porque fácilmente pueden sustituir la proteína animal y
es de fácil adquisición porque es más económico que comprar carne, y por
ende es más sana para el organismo”.
Andrea García / Hoy Venezuela
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