Los beneficios de un sistema agroecológico de producción han sido
abordados desde la perspectiva de la economía, la mejora del medio
ambiente y la participación social. Sin embargo a lo largo de los años
de su desarrollo en el país, no se ha logrado la visión de la
agroecología como una política de salud pública, ni de este abordaje
relacionado con los otros sistemas.
A nivel mundial, la mitad de los alimentos que se consumen provienen
de la pequeña agricultura agroecológica. El país líder en producción
orgánica de América Latina es Argentina. Pero, la mayor cantidad de
producción orgánica está destinada a la exportación a Europa y Japón.
Existen
tres tipos de producción agroecológica en nuestro país. La
“Agroecología extensiva” o a gran escala, destinada al mercado externo e
interno con producción mixta de cultivos y ganadería. La Agroecología
de la “agricultura familiar”, destinada al autoconsumo, a la venta
directa en mercados locales y en redes de la economía social.
Relacionada a la educación popular, son huertas familiares y
comunitarias con formas de producción tradicionales que acrecientan la
soberanía alimentaria. Y la producción “orgánica”, destinada al mercado
externo, principalmente a EEUU y luego Europa. Ligada al concepto de
mercados orgánicos para el agregado de valor.
Argentina ocupa el
segundo puesto en superficie de tierra dedicada a la producción
orgánica, luego de Australia. Poseemos 333.477 unidades productivas de
las cuales 218.868 son unidades de agricultura familiar (el 65%). En
estas se produce un porcentaje importante de nuestros alimentos.
La
Agroecología propone un modelo de producción distinto. Tiene una
productividad superior a la industrial (a partir del segundo año la
diferencia es mayor al 20% a favor del planteo agroecológico) y gasta un
80% menos. Sin embargo, no existe una política integral a su favor y
hay una invisibilización del papel que juega en la salud y provisión de
alimentos, en el freno del calentamiento global y la sostenibilidad
ambiental. El mayor problema para el desarrollo es la falta de acceso a
la tierra, ya que los productores agroecológicos no son dueños de las
tierras que cultivan. Se requiere una ley para la agroecología y normas
de promoción que aborden todas las áreas, como la salud. Es un sector
que se encuentra en proceso de transición y requiere el necesario
impulso por parte de todos los actores intervinientes del Estado, para
ser parte de la solución como modelo sustentable de economía, medio
ambiente y salud.
La agroecología contribuye principalmente en el
ámbito de la salud a mejorar la nutrición y evitar los efectos nocivos
de las sustancias plaguicidas sobre el organismo humano, como el
clorpirifós y el glifosato.
Es un sistema de producción que
mantiene el equilibrio en el ciclo vital de las frutas y hortalizas, lo
que permite obtener una mayor composición de vitaminas, minerales y
sustancias antioxidantes. Un alimento producido localmente es además,
más fresco, más nutritivo y genera una diversificación de la dieta.
El
modelo alimentario que predomina está basado en monocultivos de
cereales y ha favorecido a la malnutrición por falta de micronutrientes.
Siendo Argentina un país con las herramientas para la plena justicia
social, más de un tercio de la población se encuentra por debajo de la
línea de pobreza y el 50% de los niños y adolescentes del país son
pobres. El hambre es inherente a un modelo productivo que concentra la
riqueza y en el que se envían al exterior las materias primas con más
calidad nutritiva, cuando deberían alimentar a los niños y niñas de la
Argentina.
Para dar respuesta al hambre, la desnutrición y activar
la economía en el circuito es imperioso abastecer a los comedores
escolares, comunitarios y hospitales con alimentos de mayor calidad
nutricional proveniente de los productores agroecológicos.
Promover
las prácticas agroecológicas aumenta la productividad agrícola, la
soberanía alimentaria y permite llevar a cabo de manera eficiente el
plan Argentina sin hambre.
Mejora los ingresos y medios de
sustento de la población rural y periurbana. Garantiza una gestión
eficaz para la diversidad vegetal como elemento clave en la lucha contra
la pobreza y alcanzar una mayor seguridad alimentaria en un contexto
hostil y de cambio climático.
Fuente: http://www.biodiversidadla.org/ 15/01/2020
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