Científicos muestran que la liberación explosiva de metano (CH4) en
la atmósfera amenaza con desbaratar todo lo que se ha hecho contra el
cambio climático
El metano es, junto al CO2 y el óxido de
nitrógeno, uno de los principales gases de efecto invernadero. Aunque
el CO2 es el culpable del 80 % del calentamiento global, el metano
atrapa 28 veces más calor. Por fortuna su concentración en la atmósfera
es mucho menor.
El recién publicado Balance Mundial del
Metano 2016, citado este lunes por el diario español El País, desvela
que desde 2012 han sido liberados a la atmósfera unos 558 millones de
toneladas de metano anuales. Es tanta cantidad que el ciclo natural de
retirada del gas ya no puede absorberlo.
“La estabilización que hemos visto en
los últimos 3 años de las emisiones de CO2 es radicalmente diferente del
reciente y rápido aumento del metano”, dice el profesor de geología de
la Universidad de Stanford (EEUU) y coautor del informe Robert Jackson.
Este estudio, cuya versión resumida
publica la revista Environmental Research Letters, sostiene que, con
tanto metano en la atmósfera, ninguno de los escenarios climáticos más
optimistas es factible. “Si queremos mantenernos por debajo de los 2ºC
de subida, no podemos seguir este camino y necesitamos cambiar de rumbo
ya”, comenta la investigadora de la Universidad de Versalles San Quintín
(Francia) y coautora del estudio Marielle Saunois.
Sin embargo, los datos complican ese
cambio de rumbo. De los 558 millones de toneladas de metano emitidos
cada año, el 60,8 % se deben a actividades humanas y el resto son de
origen natural (humedales, termitas, metano geológico…) Un tercio de las
emisiones antrópicas procede de la ganadería y, en concreto, del
sistema digestivo de los 2500 millones de cabezas de ganado que, entre
vacas, ovejas y cabras, alimentan a media humanidad. Los arrozales son
responsables de otro 9 % del metano que cada año llega a la atmósfera.
El reparto regional del metano es otro
de los datos más llamativos de este balance. La emisión de CO2 aparece
correlacionada con la riqueza: cuanto más rico o desarrollado es un
país, mayor emisión per cápita de CO2. Pero con el metano, la cosa se
invierte: las grandes áreas emisoras son África, América del Sur y el
sur de Asia. Muchos de los países de estas regiones ya necesitaban de la
ayuda internacional para mitigar el impacto de las emisiones de CO2 que
no producían. Ahora tendrán que buscar cómo reducir las suyas, las de
metano.
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