Durante siglos, los agricultores tradicionales de los
países en desarrollo han creado y/o heredado sistemas agrícolas
complejos adaptados a las condiciones locales. Esto permitió que millones
de pequeños agricultores manejen de manera sostenible ambientes hostiles,
satisfagan sus necesidades alimentarias y mantengan la integridad de los
recursos naturales.
Sistemas adaptados al medio
ambiente
Rendimientos sostenibles
En la agricultura de los campesinos de América Latina,
la persistencia de más de tres millones de hectáreas bajo manejo
tradicional en forma de terrenos elevados, terrazas, policultivos y sistemas
agroforestales destaca el éxito que tuvieron las estrategias
indígenas y constituye un tributo a la creatividad de los agricultores
tradicionales. Estos microcosmos de agricultura tradicional ofrecen modelos
promisorios para otras áreas porque promueven la biodiversidad, se
desarrollan sin agroquímicos y sostienen rendimientos durante todo el
año.
Un ejemplo son los chinampas de México que a
mediados de los años 50 obtuvieron rendimientos de 3,5 y 6,3 toneladas
por hectárea. En esa
época, eran los más altos rendimientos estables del país.
Comparativamente, el promedio de los rendimientos de maíz en los Estados
Unidos en 1955 era de 2,6 toneladas por hectárea y no superó las 4
toneladas por hectárea hasta
1965. Sanders (1957) estimó que
cada hectárea de chinampa podía producir el alimento
suficiente para 15-20 personas por año en los niveles de subsistencia
modernos. Los estudios más recientes indican que cada chinampero
puede trabajar tres cuartos de hectárea de chinampa por
año, lo que significa que cada
agricultor puede mantener entre 12 y 15 personas.
Los sistemas campesinos en su mayoría son productivos a
pesar del bajo uso de insumos químicos y en general la mano de obra
agrícola obtiene un buen beneficio por unidad de insumo. El rendimiento
de la energía de mano de obra que se gasta en una granja de maíz
maya típica es suficientemente alto como para asegurar la continuidad del
sistema actual. Para cultivar una hectárea de tierra, que en general
produce 4 230 692 calorías, se requiere unas 395 horas; de esta manera,
el trabajo de una hora produce aproximadamente 10 700 calorías. Una
familia de tres adultos y siete niños consumen alrededor de 4 830 000
calorías de maíz por año, con lo cual una hectárea
aporta los alimentos para una familia tipo de 5 o 7 personas.
Los sistemas campesinos en su mayoría son productivos a pesar del bajo uso de insumos químicos y en general la mano de obra agrícola obtiene un buen beneficio por unidad de insumo.
Rendimiento del trabajo
En estos sistemas también se dan índices de
rendimiento favorables entre insumos y productos en términos de
energía. En las laderas mexicanas, el rendimiento de maíz en los
sistemas que dependen del trabajo manual es de 1 940 kg por hectárea
aproximadamente y el coeficiente de insumo-producto es 11: 1. En Guatemala, los
sistemas similares rinden unos 1 066 kg por hectárea de maíz, con
un coeficiente de eficiencia de la energía de 4,84. El rendimiento por
semilla plantada varía de 130 a 200. Cuando se utiliza tracción
animal, no necesariamente aumenta el rendimiento pero la eficiencia de la
energía baja a valores que oscilan entre 3,11 a 4,34. Cuando se usan
fertilizantes y otros agroquímicos, los rendimientos pueden aumentar de 5
a 7 por hectárea, pero los coeficientes de energía son más
ineficientes (menos de 2,5). La mayoría de los campesinos, sin embargo,
son pobres y en general no tienen los recursos para comprar esos insumos, a
menos que los agroquímicos estén subsidiados o consigan
créditos.
Flujos de nutrientes equilibrados
La mayor parte de la producción de los productos
básicos en las zonas tropicales de América Latina se realiza en
policultivos. Más del 40 por ciento de la producción de mandioca,
el 60 por ciento del maíz y el 80 por ciento de los frijoles se cultiva
de manera combinada entre sí o con otros
cultivos. Por medio de la
plantación intercalada, los agricultores cumplen simultáneamente
con varios objetivos de producción y conservación. De esta manera,
con cultivos mixtos, aprovechan la capacidad que tienen los sistemas
agrícolas de volver a utilizar sus propios nutrientes almacenados y la
tendencia de algunos cultivos de enriquecer el suelo con materia
orgánica.
En África, la mayoría de los pequeños
agricultores practican una u otra forma de cultivo alternado. Estos sistemas,
mejorados a lo largo de los siglos, permitieron que los agricultores
respondieran a los desafíos impuestos por sus entornos físicos y
socioculturales. El sistema alternado, que implica que los cultivadores se
desplazaran de un sitio a otro en búsqueda de selva virgen, se pudo
sostener dada la existencia de tierras suficientes y una presión
demográfica baja. El sistema de reposos rotativos es una variación
muy usada en todas las regiones ecológicas de África subsahariana.
Es un sistema extensivo de producción alimentaria en el que se despeja e
incendia la selva natural, la selva secundaria o las zonas boscosas. Los
agricultores seleccionan cuidadosamente los sitios, por medio de plantas
guías que indican el crecimiento y la biomasa vegetal, que una vez
incendiadas pueden producir cenizas con el mejor rendimiento químico. Los
desmontes temporales se cultivan hasta que el rendimiento de los cultivos
empieza a declinar, (en general 2 ó 3 temporadas de crecimiento), luego
se abandona la tierra para que crezca un bosque o arbustos durante un
período de 4 a 20 años. Durante este tiempo de reposo, la
fertilidad del suelo se regenera y disminuyen los problemas de plagas y malezas.
Sin embargo, este sistema no cumple sus funciones regenerativas cuando el tiempo
de reposo queda reducido por razones de presión
demográfica.
Control de plagas y enfermedades
Al plantar simultáneamente varios cultivos, la cantidad
de predadores y parásitos puede aumentar, lo que evita a su vez la
formación de plagas, y de esa manera se reduce la necesidad de usar
insecticidas químicos caros y peligrosos (ver el Capítulo 2). Por
ejemplo, en las llanuras tropicales, los policultivos de
maíz-frijoles-calabaza sufren menos ataques de orugas, salta hojas
-Homoptera Cicadellidae- y piojillos que los monocultivos
similares, ya que esos sistemas albergan mayor cantidad de avispas
parásitas.
F/ FAO
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