En Venezuela hay iniciativas concretas
Su aplicación garantizará la producción sana de alimentos y reducirá la pobreza.
Altos de Pipe, 19 de junio de 2012 (Vanessa Ortiz Piñango).-
Tenía razón el filósofo y teólogo brasileño Genezio Darci Boff,
mejor conocido por su seudónimo literario de Leonardo Boff, cuando en
1996 aseguraba que “la Tierra está enferma, el planeta y sus habitantes
están amenazados. El ser más amenazado de la naturaleza no es el oso
panda de China, ni las ballenas: son los pobres del mundo”.
Cuando Boff y colaboradores plasmaron esa afirmación en el artículo
“La ecología como nuevo espacio de lo sagrado”, publicado en la revista
Ecología solidaria de Barcelona-Madrid (España), el mundo no estaba
habitado por los 7.000 millones de personas de la actualidad, ni se
pensaba en una eventual escasez alimentaria para 2050, cuando la
población mundial posiblemente alcance los 9.000 millones.
Ese desequilibrio se debe al predominio del sistema agrícola
convencional, basado en el uso de fertilizantes, pesticidas,
monocultivos y otras formas de producción contaminantes; y a la
distribución y control de los mercados de alimentos por parte de
corporaciones. En contraposición surge la agroecología, entendida como
una práctica agrícola que traslada los principios de la ecología al
cultivo de la tierra, garantizando la producción interna de alimentos
sin afectar el ecosistema.
“La agroecología no debe ser considerada como marginal o de élite.
Al contrario, es la propuesta más clara para superar las graves
consecuencias de la agricultura tradicional y sus impactos sociales,
culturales, ambientales y económicos” explicó el Dr. Francisco Herrera,
investigador del Laboratorio de Ecofisiología Vegetal del Centro de
Ecología del Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas
(IVIC).
A su juicio, urge detener el lucro desenfrenado del capital, así
como acabar con la complicidad de los gobiernos que apoyan el actual
modelo de desarrollo y todas sus manifestaciones en la cotidianidad de
los ciudadanos. “La soberanía alimentaria es parte del corazón de los
cambios necesarios, el único camino real para poder alimentar a toda la
humanidad” dijo.
Aunque solo 20% de la tierra agrícola global se encuentra en manos de
indígenas y campesinos en forma de policultivos, con esa tierra se
produce al menos la mitad de los alimentos de todo el mundo. Esto
sugiere que los policultivos agroecológicos -que consumen menos energía
fósil y aletargan el calentamiento global- son el camino más seguro y
eficiente para superar el hambre.
Según la Dra. María Isabel Arteaga, profesional asociada a la
investigación del Laboratorio de Ecofisiología Vegetal del Centro de
Ecología del IVIC, la colectivización y producción de la tierra por
parte del campesinado y las poblaciones indígenas con experiencias
agroecológicas, permitirán que la agricultura cumpla su papel en
beneficio de la humanidad.
“Es la manera adecuada y viable para detener la expansión de las
transacciones, concesiones y traspasos que den lugar a concentración,
acaparamiento de tierras o desplazamiento de comunidades rurales. Además
de asegurar la producción de alimentos sanos, disminuirían las
condiciones de pobreza en el campo con su eventual éxodo hacia las
ciudades” dijo.
Los representantes del IVIC sostienen que gracias a la agroecología,
es posible cambiar el actual sistema alimentario industrial
agroexportador por otro capaz de devolverle a la tierra su función
generadora de alimentos y sustentadora de la vida, a fin de impulsar la
producción endógena de alimentos, los circuitos de comercialización y el
procesamiento local.
“La agricultura campesina e indígena puede ayudar a enfriar el
planeta, con capacidad para absorber o evitar hasta dos tercios de los
gases de efecto invernadero emitidos cada año” informó Herrera.
En Venezuela, existen iniciativas agroecológicas concretas apoyadas
por el Estado en diversos escenarios: escuelas técnicas ubicadas en el
campo, espacios urbanos en las ciudades, centros de formación en
universidades como la Bolivariana de Venezuela (UBV) y la Nacional
Experimental Simón Rodríguez (Unesr), además de experiencias de
producción agroecológica asociadas a sistemas de intercambio como el
trueque, informó Arteaga.
La más reciente es el Diplomado en Agroecología, organizado por la
Fundación Gran Mariscal de Ayacucho (Fundayacucho), el Instituto de
Estudios Avanzados (Idea) y la UBV del 15 de junio al 25 de octubre en
el marco del Programa de Formación de Grado en Agroecología de la UBV.
Tanto Arteaga como Herrera fueron incorporados en la plantilla
docente del diplomado. “Nuestra participación se centra principalmente
en los temas propios de la agroecología, sus fundamentos y principios,
la relación que se establece entre la ecología y los agroecosistemas
como marco conceptual del predio agroecológico” dijo Herrera. Arteaga,
por su parte, relató que su contribución también es “propiciar
reflexiones acerca de la utilidad del diseño e implementación de los
predios, la producción sustentable y el uso de indicadores, considerando
todos los componentes: suelo, planta, agua, organismos y seres
humanos”.
vortiz@ivic.gob.ve
Fuente: Periódico El Regional jun 21, 2012
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