viernes, 25 de julio de 2014

La agroecologí­a es una solución real a la crisis global

En Venezuela hay iniciativas concretas

Su aplicación garantizará la producción sana de alimentos y reducirá la pobreza.

Altos de Pipe, 19 de junio de 2012 (Vanessa Ortiz Piñango).-

Tení­a razón el filósofo y teólogo brasileño Genezio Darci Boff, mejor conocido por su seudónimo literario de Leonardo Boff, cuando en 1996 aseguraba que “la Tierra está enferma, el planeta y sus habitantes están amenazados. El ser más amenazado de la naturaleza no es el oso panda de China, ni las ballenas: son los pobres del mundo”.

Cuando Boff y colaboradores plasmaron esa afirmación en el artí­culo “La ecologí­a como nuevo espacio de lo sagrado”, publicado en la revista Ecologí­a solidaria de Barcelona-Madrid (España), el mundo no estaba habitado por los 7.000 millones de personas de la actualidad, ni se pensaba en una eventual escasez alimentaria para 2050, cuando la población mundial posiblemente alcance los 9.000 millones.

Ese desequilibrio se debe al predominio del sistema agrí­cola convencional, basado en el uso de fertilizantes, pesticidas, monocultivos y otras formas de producción contaminantes; y a la distribución y control de los mercados de alimentos por parte de corporaciones. En contraposición surge la agroecologí­a, entendida como una práctica agrí­cola que traslada los principios de la ecologí­a al cultivo de la tierra, garantizando la producción interna de alimentos sin afectar el ecosistema.

“La agroecologí­a no debe ser considerada como marginal o de élite. Al contrario, es la propuesta más clara para superar las graves consecuencias de la agricultura tradicional y sus impactos sociales, culturales, ambientales y económicos” explicó el Dr. Francisco Herrera, investigador del Laboratorio de Ecofisiologí­a Vegetal del Centro de Ecologí­a del Instituto Venezolano de Investigaciones Cientí­ficas (IVIC).

A su juicio, urge detener el lucro desenfrenado del capital, así­ como acabar con la complicidad de los gobiernos que apoyan el actual modelo de desarrollo y todas sus manifestaciones en la cotidianidad de los ciudadanos. “La soberaní­a alimentaria es parte del corazón de los cambios necesarios, el único camino real para poder alimentar a toda la humanidad” dijo.
 
Aunque solo 20% de la tierra agrí­cola global se encuentra en manos de indí­genas y campesinos en forma de policultivos, con esa tierra se produce al menos la mitad de los alimentos de todo el mundo. Esto sugiere que los policultivos agroecológicos -que consumen menos energí­a fósil y aletargan el calentamiento global- son el camino más seguro y eficiente para superar el hambre.

Según la Dra. Marí­a Isabel Arteaga, profesional asociada a la investigación del Laboratorio de Ecofisiologí­a Vegetal del Centro de Ecologí­a del IVIC, la colectivización y producción de la tierra por parte del campesinado y las poblaciones indí­genas con experiencias agroecológicas, permitirán que la agricultura cumpla su papel en beneficio de la humanidad.

“Es la manera adecuada y viable para detener la expansión de las transacciones, concesiones y traspasos que den lugar a concentración, acaparamiento de tierras o desplazamiento de comunidades rurales. Además de asegurar la producción de alimentos sanos, disminuirí­an las condiciones de pobreza en el campo con su eventual éxodo hacia las ciudades” dijo.

Los representantes del IVIC sostienen que gracias a la agroecologí­a, es posible cambiar el actual sistema alimentario industrial agroexportador por otro capaz de devolverle a la tierra su función generadora de alimentos y sustentadora de la vida, a fin de impulsar la producción endógena de alimentos, los circuitos de comercialización y el procesamiento local.

“La agricultura campesina e indí­gena puede ayudar a enfriar el planeta, con capacidad para absorber o evitar hasta dos tercios de los gases de efecto invernadero emitidos cada año” informó Herrera.

En Venezuela, existen iniciativas agroecológicas concretas apoyadas por el Estado en diversos escenarios: escuelas técnicas ubicadas en el campo, espacios urbanos en las ciudades, centros de formación en universidades como la Bolivariana de Venezuela (UBV) y la Nacional Experimental Simón Rodrí­guez (Unesr), además de experiencias de producción agroecológica asociadas a sistemas de intercambio como el trueque, informó Arteaga.

La más reciente es el Diplomado en Agroecologí­a, organizado por la Fundación Gran Mariscal de Ayacucho (Fundayacucho), el Instituto de Estudios Avanzados (Idea) y la UBV del 15 de junio al 25 de octubre en el marco del Programa de Formación de Grado en Agroecologí­a de la UBV.

Tanto Arteaga como Herrera fueron incorporados en la plantilla docente del diplomado. “Nuestra participación se centra principalmente en los temas propios de la agroecologí­a, sus fundamentos y principios, la relación que se establece entre la ecologí­a y los agroecosistemas como marco conceptual del predio agroecológico” dijo Herrera. Arteaga, por su parte, relató que su contribución también es “propiciar reflexiones acerca de la utilidad del diseño e implementación de los predios, la producción sustentable y el uso de indicadores, considerando todos los componentes: suelo, planta, agua, organismos y seres humanos”.

vortiz@ivic.gob.ve
Fuente: Periódico  El Regional  jun 21, 2012

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