En este
momento de guerra económica que vive nuestra patria Venezuela, es vital
reflexionar acerca de la posibilidad inminente que las apetencias del imperio
estadounidense arrecien su ataque y claven más sus garras profundizando el bloqueo.
En tal sentido bien sea ante esa circunstancia o cualquier otra que se presente
debemos estar listos para afrontarla sea cual sea su tamaño.
Es
indiscutible que una de nuestras mayores debilidades es la alta dependencia
externa en algo fundamental como nuestra seguridad alimentaria, por ello y
tomando en consideración que la mayor parte de nuestra población se encuentra
asentada en espacios urbanos y que además de forma grave y alarmante nuestro
sector rural en su inmensa mayoría se encuentra bajo la producción de
monocultivos bajo la lógica del capital, se hace impostergable iniciemos un
trabajo para producir alimentos sanos y variados en cada palmo de espacio que
en este momento no este productivo sobre todo en las zonas urbanas.
Si logramos
que las familias produzcan con visión agroecológica parte de lo que necesitan
para vivir estaríamos fortaleciendo nuestra soberanía y a su vez atacando problemas
ambientales, sociales y económicos, en tal sentido se hace imperioso que sembremos
y criemos para tener patria socialista e independiente.
Es
evidente como el pueblo venezolano, ha venido tomando con mucho entusiasmo,
esfuerzo y dedicación la propuesta realizada inicialmente por el líder eterno
de la revolución Bolivariana, el comandante Hugo Chávez y en la actualidad
mucho más por el Presidente obrero Nicolás Maduro, para llevar adelante el
programa de Agricultura Urbana, quien para ello creo el Ministerio del Poder
Popular para la Agricultura Urbana.
Son
ya muchos los hogares en los cuales sus patios exhiben el cambio y podemos
observar la presencia de plantas alimenticias, medicinales e incluso
ornamentales, generando un agroecosistema que permite obtener no solo alimentos
inocuos, mucho más aun, generar biodiversidad y con ella mayor calidad de vida.
Estas
familias que ya han logrado obtener el fruto de su esfuerzo y con satisfacción
consumen sus alimentos y los excedentes son truequeados con vecinos y amigos.
Es importante destacar el cambio surgido en las familias, los cuales han
fortalecido su cultura de trabajo y valores como el respeto y la
responsabilidad sin los cuales no habría sido posible obtener sus cosechas
viviendo día a día la maravillosa experiencia de ver como una semilla se
convierte en una planta que le brinda su fruto en recompensa por haberla
cuidado, y es en este momento cuando comprendemos estamos compartiendo con
seres vivos que sufren y padecen y por consiguiente necesitan de nuestros
cuidados y acompañamiento.
En
tal sentido la Agricultura Urbana, aunque prefiero llamarla Agricultura
Familiar, nos conecta con el cosmos y eleva los niveles de espiritualidad para
vivir en armonía con todas las formas de vida, permitiendo resurja cual ave
fénix, la cosmovisión de nuestros antepasados aborígenes que consideran el
alimento como algo sagrado, ya que un
ser vivo da su vida para que sigamos viviendo, el alimento no es una mercancía
es un derecho de todo ser vivo.
La
Agricultura Urbana, en este momento en Venezuela se encuentra desbordando
pasiones y debates, desde ya hace varios años estamos promoviéndola y por esa
razón decidimos que era necesario compartir con ustedes mi experiencia de
agricultura familiar para demostrar más con hechos que si es posible.
La
Agricultura Familiar Urbana, desde la cual no solo se producirá alimentos
esencialmente en primer lugar para satisfacer las necesidades de la familia, si
no que traerá consigo beneficios ambientales al reducir significativamente los
residuos que generan las familias, pues los de origen orgánicos se usarían para
producir el sustrato y los de origen inorgánicos, como elementos que usando la
imaginación servirían para establecer las plantas, además incrementaremos la
biodiversidad en las ciudades.
Desde
el punto de vista económico se debe pensar no tanto en
ingresos por venta, pero si en el ahorro por dejar de comprar mucho de lo que
ahora consumimos, aunado a que al comer sano, nos enfermamos menos y por
consiguiente existe ahorro en medicamentos, los cuales por cierto son
producidos por gran parte de las mismas transnacionales del agronegocio.
En
lo social no es un secreto para nadie que las tecnologías nos tienen atrapados
es muy alto el número de horas que la familia dedica a ver tv, estar frente a
la computadora o usando el celular, todo esto desintegra la unión familiar y la
sociedad.
Con
Agricultura Familiar Urbana podemos dinamizar los hogares, rescatando la
cultura del trabajo, y valores como el respeto y la responsabilidad, si
logramos entender el respeto a la vida de las plantas y los animales, con una
fuerte conexión espiritual, esto permitirá trascender a un mejor sistema de
vida en armonía con el patrimonio natural y lograr la mujer, el hombre nuevo la
sociedad nueva, no solo produciendo alimento, también dignidad y la verdadera
independencia nacional.
Conuquero Victor Peralta
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