La agricultura orgánica, por el contrario, pone en primer lugar el
respeto por la naturaleza tanto en las etapas de producción, como en las
de manipulación y procesamiento de los alimentos. De esta manera, se
tienen en cuenta los ciclos naturales y la actividad biológica del
suelo, usando un mínimo de insumos externos y evitando fertilizantes y
plaguicidas artificiales.
Este tipo de agricultura utiliza métodos
para reducir al mínimo la contaminación del aire, el suelo y el agua,
manteniendo el principal objetivo de optimizar la salud y la
productividad de las comunidades.
Un informe de la Conferencia de
las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD) titulado “Wake
up before it is too late: Make agriculture truly sustainable now for
food security in a changing climate” (Despiértate antes de que sea
demasiado tarde: hacer una agricultura verdaderamente sostenible para la
seguridad alimentaria en el cambio climático) está específicamente
dedicado al desarrollo de una transformación hacia una agricultura más
sustentable.
Por
eso, en él, más de 50 especialistas abordan temas como la producción
ganadera, el cambio climático, la importancia de la investigación y el
uso de la tierra, con la idea de alcanzar un sistema “alternativo”,
basado en pequeñas explotaciones que usen métodos agroecológicos.
¿Por
qué? Porque el enfoque agroecológico aporta grandes ventajas sociales,
económicas y ambientales que, si son fomentadas a nivel político,
podrían ampliarse y garantizar la seguridad alimentaria, un modelo libre
de transgénicos y diversificado.
"Esto implica un cambio rápido y
significativo de una convencional producción industrial, basada en el
monocultivo y altamente dependiente de insumos externos hacia mosaicos
de sistemas de producción sustentables y regenerativos que también
mejoren considerablemente la productividad de los pequeños
agricultores", señala el informe.
Además, el informe se refiere
a los tratados de libre comercio agrícola y señala que habrían
producido el aumento de la concentración empresarial, en detrimento de
los sistemas ecológicos locales.
"La lucha contra el hambre
debe comenzar en el origen, allí donde están los agricultores y
agricultoras. Éstos deben ser apoyados en su gestión del medio ambiente
con el fin de aumentar la producción agrícola de manera sostenible y
para garantizar la soberanía alimentaria a nivel local", afirma en
concordancia Hans Hohenester, presidente de la Junta Directiva de
Naturland, una asociación orgánica alemana que con más de 30 años de
experiencia ayuda a los pequeños agricultores de todo el mundo en su
conversión a la agricultura orgánica.
Un mundo con hambre no es
necesariamente un problema de producción de alimentos, sino de control
del mercado. Cuanta más producción a gran escala de acuerdo a la
rentabilidad, regulaciones permisivas y uso de transgénicos para volver
más efectivo el proceso, mayores son los costos, y menores las
posibilidades de acceder a los alimentos.
De esta manera, el
informe vuelve a poner sobre la mesa la importancia de tener en cuenta
un enfoque agroecológico para garantizar la seguridad alimentaria y el
cuidado del ambiente.
Para esto, el apoyo a los pequeños
agricultores, la protección de la tierra, el libre intercambio de
semillas y el comercio justo deberían ser prácticas que desde el poder
político se fomenten y se potencien para lograr que éste sea el
paradigma que prime, en detrimento de aquel que vacía nuestros suelos,
nuestros estómagos y bolsillos a favor de un puñado de grandes
multinacionales.
F/ Ecoportal.net 12/05/17
Foro Ambiental
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