sábado, 2 de agosto de 2014

Cada año se tiran a la basura 1.300 millones de toneladas de alimentos en el mundo

1.300 millones de toneladas de alimentos se desperdician anualmente, una práctica que tiene consecuencias negativas para el “clima, el agua, la tierra y la biodiversidad” denunció la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO).
Según un informe de la organización publicado hoy, el desperdicio de alimentos, además del gran coste económico, causa “un grave daño a los recursos naturales de los que la humanidad depende para alimentarse”.
En total, explica el documento, “las consecuencias económicas directas del desperdicio de alimentos (sin contar pescado y marisco) alcanzan la cantidad de 750.000 millones de dólares”.

El informe describe el desperdicio de alimentos desde una óptica medioambiental, centrándose de forma específica en sus consecuencias para el clima, el uso del agua, el suelo y la biodiversidad.

Entre sus principales conclusiones destaca que los alimentos que producimos pero luego no comemos consumen un volumen de agua equivalente al caudal anual del Volga y son responsables del vertido de 3.300 millones de toneladas de gases de efecto invernadero a la atmósfera del planeta.
Por ello, el director general de FAO, el brasileño José Graziano da Silva, insta a todos agricultores y pescadores, procesadores de alimentos y supermercados, gobiernos locales y nacionales, consumidores particulares “a hacer cambios en todos los eslabones de la cadena alimentaria humana para evitar en primer lugar que ocurra el desperdicio de alimentos, y reutilizar o reciclar cuando no podamos impedirlo”.

“No podemos permitir que un tercio de todos los alimentos que producimos se pierda o desperdicie debido a prácticas inadecuadas, cuando 870 millones de personas pasan hambre todos los días”, agrega Da Silva.

Guía para evitar el desperdicio
La FAO también ha publicado hoy un manual con recomendaciones sobre cómo puede reducirse la pérdida y el desperdicio de alimentos y en el que se denuncia “que los consumidores no logran planificar sus compras, compran en exceso, o reaccionan exageradamente a las fechas de caducidad y consumo preferente de los productos”.

Asimismo denuncia que “las normas estéticas y de calidad llevan a los minoristas a rechazar grandes cantidades de alimentos perfectamente comestibles”.

También indica cómo en los países en desarrollo se desperdician muchos alimentos tras la cosecha o en la fase inicial de la cadena de suministro, por “las limitaciones financieras y estructurales en técnicas de recolección y en infraestructura de transporte y almacenamiento, junto a condiciones climáticas que favorecen el deterioro de los alimentos”.

Fuente: SIBCI/Agencias

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