En América Latina las actividades agrícolas están
articuladas a la producción pecuaria en diversas formas.
El forraje, el grano y los residuos de cosecha se
destinan para alimentación del componente animal (equinos, ovinos, caprinos,
cerdos, aves y conejos) e inversamente los servicios y desechos animales, son
empleados en actividades agrícolas y forestales (p.e. el abono y la fuerza ), A
su vez, los animales adquieren múltiples finalidades, sea que se destinen al
consumo de la familia o al mercado con un valor incrementado respecto a los productos
agrícolas originales, con los beneficios derivados la calidad de la proteína
animal, o se intercambian con otros productos requeridos en la economía
parcelaria, mediante transacciones monetarias o no monetarias.
Otros productos de origen animal constituyen importantes
recursos para la satisfacción de necesidades básicas como el abrigo obtenido de
las pieles (cuero y lana) y la fuerza de trabajo con la cual muchas comunidades
agricultoras labran la tierra y construyen las viviendas.
En los SPC, las actividades agrícolas, forestales,
acuícola y pecuarias confluyen, bajo la administración y manejo de la familia,
configurándose entre ellas complejas interacciones, entre las cuales los
animales básicamente cumplen cinco funciones:
1. Fuente de alimento proteico,
2. Reciclaje de materiales y energía,
3. Forma de ahorro,
4. Fuerza de trabajo y
5. Generadores de productos de intercambio.
Entre la amplia diversidad de animales domésticos que
cumplen con estas funciones en la unidades campesinas de América Latina y el
Caribe, merecen destacarse aquellos presentes en los SPC como opciones complementarias
de la economía familiar. Estos podríamos agruparlos bajo la denominación de
ganadería menor, la cual incluye diferentes especies según la región donde sean
aprovechados (p.e. cerdos, roedores, aves de corral, pequeños rumiantes y
camélidos suramericanos).
1. Fuente de alimento proteico:
A lo largo de la historia y en diferentes parajes del
planeta encontramos ejemplos de la simbiosis animales-hombre-ecosistemas. Según
Harris (1993), la domesticación animal se inició como un esfuerzo de conservación
obligado por la desaparición de la megafauna del pleistoceno. En lo sucesivo,
tanto las sociedades pastoriles y las comunidades agricultoras tenían la opción
de obtener las proteínas de alimentos vegetales o animales, pero la primera
representaba que se requiriera mayor volumen consumido per capita para obtener
la cantidad necesaria de aminoácidos esenciales, en tanto que el consumo de
carne constituía obtener dichos nutrimentos en paquetes altamente concentrados:
la carne.
En los sistemas rurales latinoamericanos y caribeños las
especies menores aportan una buena parte de la dieta alimenticia (Leal y Lok,
1999). Los huevos, la leche, y ocasionalmente la carne constituyen la principal
fuente de proteína animal en los hogares campesinos. En algunas sociedades, la
carne, generalmente es reservada para ocasiones especiales (rituales sociales y
religiosos), aunque en ciertas regiones el consumo de carnes blancas (pollo,
gallina, pescado) constituye casi el alimento cotidiano. En épocas de crisis,
cuando los albures del clima o las plagas diezman los cultivos, el consumo de
alimentos de origen animal podría convertirse en la opción salvadora.
Los cuyes o curies (Cavia porcellus) criados por
familias campesinas de los altiplanos andinos constituyen una evidencia de la
multifuncionalidad de los animales cuando están integrados al sistema de producción
campesino. El primer beneficio reportado por familias campesinas del sur de
Colombia es el mejoramiento de la dieta alimenticia. Gloria Isabel Jojoa, una
campesina de la cuenca alta del río Guamuez (Colombia) relata que cuando su
familia decidió criar cuyes, utilizando para ello un viejo galpón destinado inicialmente
para la crianza de pollos, la dieta familiar mejoró ostensiblemente, pues ya no
tenían que comprar la carne en el mercado del pueblo y los ingresos generados
por la venta de animales les permitía invertir en otros componentes de la
finca. Esto, además de los beneficios al suelo derivados del uso del estiércol
(curinaza) como abono para la huerta casera donde Gloria, su madre y su hermana
cultivan hortalizas y flores.
Una parte de estos pequeños roedores herbívoros, que en
promedio pueden llegar a pesar 1.5 kg peso vivo con un rendimiento del 80 % en
canal, se destinan a la venta en los restaurantes locales. Un cuy asado de aproximadamente
800 gr. pueden llegar a costar 10 dólares en un restaurante para turistas.
En el Sur de Colombia, Ecuador y Perú los cuyes
constituyen una opción de producción animal usualmente manejada por mujeres,
tanto en pequeña como en gran escala, lo cual ha conducido a universidades y centros
de investigación de estos países (p.e. Universidad de Nariño en Colombia,
Universidad Nacional del Centro del Perú, Universidad Nacional Agraria de La
Molina ) a configurar líneas de investigación sobre nutrición, mejoramiento y
manejo de la especie (Caicedo, 1983; Morales, 1994; Moncayo, 1992; Rodríguez, 1983).
Curiosamente, estos pequeños roedores también han servido
de fuente proteica para familias cubanas que los crían mediante técnicas de
permacultura en huertos urbanos de La Habana, donde se han reportado camadas de
8 gazapos alimentados con diferentes especies de pastos y hierbas, con los cual
han producido animales de 1.5-2.0 kg., entre las 14 y 16 semanas de vida, destinados
básicamente para la alimentación familiar (Cabrera, 2001).
Otros roedores que desde épocas ancestrales son
considerados como un recurso importante en la dieta de comunidades locales son
el chigüiro en losLlanos de Colombia y Venezuela y los borugos, como se les
denomina en Colombia al género Agouti, los cuales han sido utilizados
por las poblaciones indígenas y rurales del neotrópico como fuente de proteína
en la alimentación humana.
El tepezcuintle, boruga, guagua o guartinaja (Agouti
paca) en Mesoamerica, donde el consumo de su carne es común, es perseguido
por furtivos cazadores dada la exquisitez de su carne, sin embargo ya empiezan
a criarse en cautiverio para la alimentación familiar. Se lo encuentra en
bosques de galería, bosques húmedos, bosques secundarios viejos y cultivos de
banano (Eliozondo, 1999). Se han estimado poblaciones variadas que oscilan
entre 25 y 70 individuos/km2, para bosques tropicales en Panama, Colombia y Venezuela
(Eisenberg et al., 1979; Collet, 1981; Glanz, 1982; Marcus y Glanz, 1984). Su fácil crianza y adaptación al cautiverio, la
hacen promisoria para el manejo en granja (Uc Pool, 2001), además de poder
integrarse con el manejo de las zonas boscosas de la finca, donde la abundancia
de frutas, semillas, cortezas y hojas del bosque puede ofrecer la misma alimentación
a los ejemplares en condiciones de cautiverio, logrando así una disminución de
costos en reproducir esta especie (Huex, 2001) y manejar los parches boscosos
de manera prudente.
2. Reciclaje de materia y energía
Una de las funciones más preciadas de los animales en
sistemas diversificados, la constituye su papel reciclador de los materiales
orgánicos. Dicho ciclaje no solo convierte elementos residuales en
aprovechables para el uso agrícola, sino también la calidad de los alimentos
dirigidos al hombre son mejorados.
Los cerdos son excelentes convertidores y recicladores y
posiblemente fue la primera especie domesticada con fines de producción de
carne. A diferencia de las otras especies que proveían servicios y otros productos,
el cerdo fue y es apreciado por su alta capacidad de conversión y constituye
uno de los más eficaces transformadores de carbohidratos en proteínas y grasas.
Por cada 100 libras de alimento consumido un cerdo produce 20 libras de carne,
en tanto que con la misma cantidad de alimento, el ganado vacuno solo produce alrededor
de 7 libras (Harris, 1993). Muestra de ello es que el cerdo convierte
desperdicios de cosecha o cocina en apreciados cortes de carne magra y grasa
para el consumo humano, la cual es bien comercializada, principalmente en
épocas especiales del año.
El estiércol de cerdo (cerdaza o porquinaza) bien puede
utilizarse para proveer biodigestores o composteras. Se estima que un cerdo puede producir
alrededor de 7 Kg/día de estiércol fresco, de tal manera que con cuatro cerdos
bien podría mantenerse un biodigestor de campana, produciendo gas suficiente
para una estufa y una lámpara. El estiércol de vacuno es un fertilizante muy
bueno y barato, y la cantidad que se produce es significativa. Por ejemplo, una
vaca excreta 5,5 kg de materia seca por día (Huss, 1993) lo que equivale a una producción
anual de 14.000 kg. de estiércol fresco por unidad animal (450 kg de peso
vivo). La mayor parte de éste y el estiércol de otros tipos de animales cae en
las tierras de pastoreo, sin embargo, en el caso de los sistemas de producción
estabulados es posible recolectar grandes cantidades y esparcirlas en las
tierras de cultivo
3. Forma de Ahorro
En muchos explotaciones familiares de Los Andes
suramericanos es común encontrar el cerdo como el sumidero de nutrimentos que
después se canjearán en los mercados locales, por dinero u otros bienes, en
épocas de mejores precios o de iliquidez de la familia. En este sentido
constituyen una forma de ahorro de las familias campesinas, en la media que la
cría y engorde de porcinos generalmente se hace con base en productos de
desecho o alimentos que no son consumidos por el hombre y que después de 4 o cinco
meses producirán un ingreso monetaria.
Las cabras y ovejas se han ganado el apelativo de “vaca
de los pobres” por su buena capacidad de conversión a leche y carne de una gran
diversidad de materiales orgánicos, muchos de ellos considerados como “basura”.
Además, los caprinos y ovinos son apreciados por el estiércol que producen para
ser utilizado como sustrato en lombrigueras y composteras.
Estas especies son generalmente ignoradas por
investigadores, extensionistas y tomadores de decisiones de muchos países en
desarrollo, olvidando a menudo su importancia económica para el desarrollo
agrícola y para la seguridad alimentaría. Sin embargo, las ventajas de los
pequeños rumiantes respecto a los bovinos saltan a la vista, si se tiene en
cuanta que una vaca solo produce una cría al año en un parto, en tanto que una
cabra puede tener 1.7 partos con 1.5 crías por parto (2.6 crías / año), lo cual
se reflejará en los indicadores productivos de leche y carne. Existen estudios
donde demuestran que en un potrero bien manejado de ryegrass se pueden alimentar
45 cabras de 40 Kg. de peso vivo, que es el equivalente a pastorear 4 vacas de
450 Kg. c/u. Es decir que bajo estas condiciones de alimentación, con lo que se
alimenta una vaca se pueden alimentar 11 cabras.
Otra especie importante en Sur América desde tiempos prehispánicos,
son los denominados camélidos suramericanos, ya que constituyen fuente de
carne, leche, piel y fuerza de trabajo.
En los trabajos de Holmberg y Burmeister
citados por Aguirre (1991), se consigna el uso adecuado que de los camélidos suramericanos
(llamas, alpacas, vicuñas, etc.) venían haciendo los aborígenes desde tiempo
inmemorial, los cuales pueden sobrevivir armónicamente en ecosistemas frágiles
(pe. humedales, tierras de altura) donde la introducción de otros animales sería
fatal para su equilibrio ecológico. La crianza de alpacas y llamas constituye en
una de las pocas actividades ganaderas que se pueden llevar a cabo en terrenos
geográficos ubicados en las grandes alturas (Raggi, 1998) y con el
aprovechamiento de recursos locales, en virtud de su capacidad de aprovechar
pastizales naturales del altiplano, por su adaptación al consumo de pastos
estaciónales, muy toscos, de baja calidad nutricional y de una relativa baja
variedad y disponibilidad.
4. Fuerza de Trabajo
Las especies animales domesticadas son valiosas por
múltiples productos y servicios, criarlas y matarlas únicamente por su carne
equivale a desaprovechar su valor como fuerza de tracción, como productoras de
fibras y como proveedoras de abono (Harris, 1993). La fuerza de los animales ha
sido probada tanto en las pequeñas parcelas campesinas de las laderas andinas,
donde las pendientes severas no permiten el ingreso de tractores o la insuficiencia
de capital de los pequeños productores impide inversiones onerosas en máquinas
dependientes de combustibles fósiles. También, en las sabanas y desiertos de África
y Asia, los bueyes, caballos, búfalos o camellos son la mejor opción para arar
la tierra, transportar materias primas y agua, según sean las necesidades de
potencia, al igual que en las grandes empresas agroindustriales productoras de
aceite de palma, los bueyes, mulas y búfalos constituyeron una alternativa como
fuerza de tracción para la recolección de los frutos.
5. Productos de Intercambio
Usualmente están representados en los animales criados en
los huertos caseros (Bentes-Gama, et al., 1999) Además de los productos
alimenticios que las aves de corral y otras especies menores pueden
proporcionar a la economía familiar, las transacciones no monetarias o “trueque“de
productos agropecuarios es una práctica usual en ciertas zonas rurales de
América Latina.
En tal transacción los animales de corral (gallinas, pavos
y patos) y los huevos son los predilectos, constituyéndose su valor de uso en un
bien que se intercambia por otros productos requeridos por la familia para la
reproducción de la unidad económica y la alimentación familiar. Intercambios de
huevos por fríjol, gallinas por maíz, patos por semillas de algún cultivo o el
pago de un servicio son prácticas comunes en sociedades rurales. Cuando en el intercambio
media el dinero, este se convierte en el medio para adquirir productos en los
mercados, de esta manera, los animales cumplen la función de producción bienes
de intercambio.
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