Del 18 al 23 de noviembre se llevó a cabo el“VII Encuentro
Internacional de Agroecología, Agricultura Sostenible y Cooperativismo”,
organizado por la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños de Cuba
(ANAP) miembro de La Vía Campesina, en el Centro Integral “Niceto Pérez
García” ubicado en Güira de Melena, provincia de Artemisa, Cuba.
Participaron en la apertura delegadxs de los diferentes países y
organizaciones, así como autoridades municipales, provinciales y
nacionales de la ANAP. La inauguración formal estuvo a cargo de su
presidente Rafael Santiesteban y Joel Palmero Meneses, miembro del Buró
Nacional de la ANAP, quién destacó que durante los últimos años “la
agroecología ha pasado a ser una fuente de soluciones en el sistema
agroalimentario global” que ha cambiado conocimientos tradicionales de
manejos agropecuarios para basarse en conocimientos técnicos, junto a
principios y métodos del campesinado.
Al encuentro asistieron unxs
200 delegadaxs de 31 países de Cuba, Nuestra América y el mundo. Además
de las delegaciones de las diferentes provincias de Cuba,
investigadorxs, activistas e interesadxs de diferentes partes del mundo,
se destaca la participación de una nutrida delegación de La Vía
Campesina con representantes de América Latina y el Caribe,
Norteamérica, Asia Pacífico, Europa y África Oriental.
Durante los
tres primeros días, las delegaciones realizaron visitas a fincas y
cooperativas insertadas en el “Movimiento Agroecológico de Campesinx a
Campesinx” (MACAC) en las provincias de Mayabeque y Artemisa, y en
varios municipios de la Ciudad de La Habana. En estas visitas se
pudieron observar e intercambiar experiencias en torno a las diferentes
formas de organización cooperativa, la diversidad de prácticas
agroecológicas implementadas en las fincas campesinas y espacios de
producción urbana y suburbana que, con su labor cotidiana, brindan
alimentos saludables y accesibles a toda la isla.
El jueves 21 lxs
participantxs se concentraron desde temprano en el Centro Integral
“Niceto Pérez García”. La jornada con una mesa redonda con jóvenes de
diferentes organizaciones de LVC que compartieron sus experiencias,
avances y desafíos en torno a la masificación de la agroecología, la
implementación de la metodología campesinx a campesinx, y los diversos
procesos de formación que se desarrollan dentro de sus organizaciones.
A
continuación lxs participantes se repartieron en 5 diferentes
comisiones de trabajo para intercambiar sobre agricultura familiar y
soberanía alimentaria; agroecología y medioambiente; biodiversidad y
semillas criollas y nativas; reforma agraria, territorio y
cooperativismo; y género, procesos de formación y promoción
agroecológica. En total se presentaron y debatieron casi 70 trabajos de
diversas experiencias e investigaciones desarrollados en Cuba y otros
países.
El día viernes por la mañana se realizó un panel en el que
se debatieron las consecuencias y afectaciones del bloqueo
norteamericano a la agricultura campesina cubana, así como las acciones
que lleva a cabo el gobierno cubano para cumplir los objetivos de la
agenda 2020-2030 de producción agroalimentaria. En la sesión de la tarde
se llevó adelante un panel con representantes de organizaciones
miembros de LVC de las diferentes regiones sobre experiencias
agroecológicas inspiradas en el MACAC de Cuba, así como uno sobre la
sostenibilidad ecológica, económica y social de las fincas
agroecológicas cubanas.
El domingo en la mañana se realizó la
sesión de cierre donde varixs delegadxs en nombre de los diferentes
colectivos presentes expresaron su admiración y gratitud hacia la
Revolución, la ANAP y el campesinado, y el pueblo de Cuba en general por
sus logros y ejemplaridad, así como por su calidad y calidez humana. A
continuación se leyó una declaración de lxs delegadxs condenando y
demandando el cese inmediato del bloqueo norteamericano contra Cuba, así
como la represión contra los pueblos de Bolivia, Chile y Colombia,
reafirmando el espíritu internacionalista y solidario del campesinado
organizado.
Para finalizar una joven de la CLOC-Vía Campesina dio
lectura a la declaración final aprobada por unanimidad. A continuación
Rafael Santiesteban Pozo cerró formalmente del VII Evento, a la vez que
abrió la convocatoria para el “VIII Encuentro Internacional de
Agroecología, Agricultura Sostenible y Cooperativismo”a realizarse en
noviembre de 2021. Terminado el acto central todas(os) las(os)
participantes disfrutaron de una abundante comida de camaradería con la
que la ANAP agasaja a sus asociadxs, trabajadorxs e invitadxs nacionales
e internacionales en cada ocasión. De esta manera se dio por finalizado
con éxito una nueva edición del ya histórico y siempre inspirador
evento internacional de agroecología de la ANAP.
"La deforestación se ha visto acelerada por el enorme crecimiento de
las propiedades de los terratenientes, así como por el impacto de la
ganadería y la agricultura intensivas. Plantaciones de soja y de caña de
azúcar, destinadas sobre todo al emergente mercado de los
biocombustibles, han invadido las antiguas zonas de caza y tierras
comunales indígenas. Muchos de estos cultivos abarcan hasta donde llega
la vista".
Los guaraníes son una de las comunidades indígenas más importantes y
castigadas de América. Viven en Paraguay, Bolivia, Argentina y en
Brasil, donde son unos 51.000. No creen en un paraíso ultraterrenal. El
edén está aquí. Es la tierra sin mal y llevan siglos buscándola, aunque no parece que la vayan a hallar en esta vida.
Survival Internacional –la
Amnistía Internacional de los aborígenes– denuncia que el robo de sus
tierras y la violencia de madereros, ganaderos y hacendados ha
provocado “una oleada de suicidios sin precedentes”. El drama es
especialmente grave en Mato Grosso do Sul, donde los guaraníes añoran el
enorme reino que tuvieron.
Estos nativos brasileños se dividen en tres grupos: los ñandeva, los m’baya y los kaiowá, que en su lengua significa el pueblo del bosque . El pueblo del bosque ya no tiene bosque, habría que decir. Ahora es el pueblo del arcén. Al menos seis comunidades lo han perdido todo y han de acampar en los bordes de carreteras y caminos.
Otros guaraníes más afortunados se
aferran a una mínima porción de terreno, una islita en un mar de
ranchos y ganaderías. O eso o se resignan a vivir en condiciones penosas
en una reserva sobresaturada. En la de Dourados más de 15.000 personas
de las etnias guaraní y terena se concentran en 30 km2. Demasiado poco
terreno para poder vivir de la agricultura, la caza y la pesca.
Según Navi Pillay, alta comisionada de la ONU para los derechos
humanos, “los indígenas no se benefician del progreso económico de
Brasil”. Lo dijo hace diez años y, si desde entonces la situación se
había agravado, la presidencia del ultraderechista Jair Bolsonaro hace
temer lo peor. Un refrán guaraní dice: “La tierra es la vida”. Pero sin
tierra, ¿qué les queda?
Los etnógrafos denuncian que una “epidemia
de más de medio millar de suicidios” ha zarandeado esta comunidad desde
1986, aunque esa es sólo la punta del iceberg y las muertes podrían ser
muchas más. Así opina, por ejemplo, el antropólogo Marcos Ferreira
Lima. Este experto ha realizado un estudio sobre los kaiowá, a petición
de la fiscalía.
‘Graves tensiones’
Sicarios contra indígenas
Matones
a sueldo contratados por grandes hacendados y ganaderos expulsan a los
indígenas de sus tierras comunales y de sus zonas de caza y pesca.
Las
conclusiones del documento no han servido de nada por el momento. El
escrito, que forma parte de un amplio informe entregado a la ONU por
Survival Internacional, sostiene que “no resulta exagerado hablar de
genocidio”. La propia ONU admite “graves tensiones entre los pueblos
indígenas y los ocupantes de sus tierras”.
Graves tensiones es un eufemismo que oculta crímenes y amenazas
de los matones contratados por los hacendados. Los guaraníes han tenido
que abandonar sus casas ante la tala y la quema de sus bosques. Los
incendios intencionados, no sólo en Mato Grosso, se han convertido en
una herramienta eficaz en manos de los latifundistas para expulsar a los
indígenas.
La deforestación se ha visto acelerada por el enorme crecimiento de
las propiedades de los terratenientes, así como por el impacto de la
ganadería y la agricultura intensivas. Plantaciones de soja y de caña de
azúcar, destinadas sobre todo al emergente mercado de los
biocombustibles, han invadido las antiguas zonas de caza y tierras
comunales indígenas. Muchos de estos cultivos abarcan hasta donde llega
la vista.
Pero nadie abandona su hogar porque sí ni cede sus
bosques sin más. Sicarios a sueldo les han obligado a irse. Y quienes no
se van, ya saben a qué se arriesgan: el último asesinato de un líder
indígena se produjo el día 2, supuestamente a manos de madereros en el
estado de Maranhão. Y, por cruel que parezca, estos crímenes no siempre
reciben la atención que merecen.
Según Survival Internacional, “incontables guaraníes” han sido asesinados en las retomadas ,
cuando han intentado recuperar una pequeña parcela de sus tierras
ancestrales. Una de los pocas muertes que traspasó las fronteras de
Brasil fue la del guaraní Marcos Verón, de los kaiowá de Takuára, o
Taquara, un municipio del estado de Rio Grande do Sul. Días antes de su
ejecución, este dirigente aborigen dijo una palabras proféticas.
“Esto
que ves aquí es mi vida, mi alma. Si me separas de mi tierra, me quitas
la vida”, explicó Marcos Verón. Desde su muerte, se han lamentado
muchas más sin que hayan tenido el eco que se merecían. La desaparición
del hábitat de los orangutanes en Indonesia y Malasia suele suscitar más
denuncias que el robo de estas tierras. Incluso una agencia
gubernamental como la Fundação Nacional do Índio considera inaceptables
las “precarias condiciones de vida” de los aborígenes.
No es un
problema exclusivo de Brasil o de Mato Grosso do Sul. Pero el drama ha
llegado a unos extremos en este estado brasileño aún no alcanzados en
otros países o en Río de Janeiro, São Paulo, Santa Catarina, Rio Grande
do Sul, Espírito Santo y Paraná, que también tienen una fuerte presencia
guaraní. La Constitución de Brasil garantiza en teoría “la organización
social, idiomas, credos y tradiciones de los indios, así como sus
tierras”.
La realidad se empeña en demostrar que esas promesas son
papel mojado. La erosión de la identidad cultural aborigen afecta a
todo el continente, desde los inuit de Alaska hasta los selk’nam de
Chile, pero el caso de los guaraníes es más doloroso porque la tierra sin mal de
sus ancestros estaba aquí, no en el más allá. Y debe ser difícil creer
en el paraíso si se deja todo atrás para vivir con miedo, hambre y asco
junto a una carretera, lejos del bosque.
El evento es organizado por la Asociación Nacional de Agricultores
Pequeños (ANAP) y tiene como objetivo fomentar el intercambio de
conocimientos sobre la producción de alimentos mediante prácticas
agroecológicas.
El VII Encuentro Internacional de Agroecología, Agricultura
Sostenible y Cooperativismo comenzó este lunes con la participación de
más de 300 delegados de 26 países en la provincia occidental de Artemisa
a unos 65 kilómetros al suroeste de La Habana, capital de Cuba.
El
evento es organizado por la Asociación Nacional de Agricultores
Pequeños (ANAP) y tiene como objetivo fomentar el intercambio de
conocimientos sobre la producción de alimentos mediante prácticas
agroecológicas.
Se desarrollará en el Centro Integral Niceto Pérez
en la localidad artemiseña de Güira de Melena. El programa de
actividades incluye recorridos por fincas y cooperativas de Artemisa,
Mayabeque y La Habana, donde expondrán avances en agroecología,
agricultura sostenible y cooperativismo en la Isla.
Funcionarios
de Relaciones Internacionales de la ANAP, afirman que las delegaciones
más grandes provienen de Estados Unidos (EE.UU.) y Puerto Rico con 40 y
20 delegados respectivamente.
Durante la apertura del encuentro
internacional, el miembro del Buró Nacional de la ANAP, Yoel Palmero
destacó el papel de la agroecología como fuente para la solución de los
problemas alimentarios y de mitigación de los efectos del cambio
climáticos específicamente la erosión de los suelos.
Actualmente,
Cuba mantiene un nuevo programa conjunto hasta el 2025 entre el
Ministerio de la Agricultura (MINAG), la Unión Europea, y el
acompañamiento de la Organización de las Naciones Unidas para la
Alimentación, la Agricultura (FAO) y el Programa de Naciones Unidas para
el Desarrollo (PNUD) para apoyar el desarrollo de sistemas alimentarios
resilientes y sostenibles mediante el incremento de la producción de
alimentos diversos y sanos.
A pocos minutos de la clausura de este maravilloso encuentro, el III
Congreso Venezolano de Agroecología realizado en los espacios de la
Universidad Experimental de las Artes (UNEARTE), en la ciudad de
Caracas, cuna del padre Bolívar, del 17 al 19 de octubre 2019, las y los
participantes de diversas organizaciones y colectivos vinculados a la
agroecología provenientes de dieciocho estados del país, declaramos:
1. Manifestamos nuestro repudio a los ataques injerencistas
imperiales sobre el territorio nacional con el brutal bloqueo económico,
un asedio que permanece desde que decidimos por elecciones y apegados a
nuestra historia libertaria buscar nuevos caminos como matria. Al mismo
tiempo que nos solidarizamos con los Pueblos de nuestros países
hermanos de Ecuador, Brasil, Colombia, Haití y Chile que hoy confrontan a
sus Gobiernos al exponerlos a implacables paquetes neoliberales que
transgreden las condiciones mínimas para garantizar el derecho a la
vida. Nos solidarizamos con sus luchas!
2. Que aún en estos
momentos críticos, bajo la implacable injerencia del enemigo histórico
manifestado como el capitalismo y una de sus formas, las corporaciones
multinacionales, la agroecología como acervo de saberes, sabores y
haceres, ha demostrado ser la manera en que los pueblos han logrado
confrontar sus ataques e intenciones de dominio, y que al contrario nos
hace virar y mirar que somos poderosos en creatividad y capacidad de
ampliar nuestros horizontes, eso que Aníbal Nazoa expresaba en su
luminoso credo “creo en los poderes creadores del Pueblo”. La
agroecología es creación para la vida, es territorio vivo y colorido
para la acción y la esperanza.
3. Que, la confluencia espontánea
de diversas organizaciones y colectivos, integrados por mujeres y
hombres, campesin@s, agrourban@s, productor@s, inventor@s, cociner@s,
estudiantes, técnic@s, académic@s y demás protagonistas de los sistemas
alimentarios territoriales provenientes de diversas partes del país. Que
bajo difíciles condiciones (casi sin recursos materiales) lograron
estar y participar en una construcción viva y profunda de experiencias,
sentires y aprendizajes, nos indica la presencia de un rico mosaico de
movimientos agroecológicos que habitan y se enraízan en los territorios,
tienen identidad diversa, tienen sangre y hueso, están y no se irán. La
agroecología en Venezuela es cuerpo en pleno y gozoso movimiento.
4.
Que, reconocemos y celebramos a nuestr@s Maestr@s Pueblos, promotores
históricos, que nos enseñan pacientemente con sus prácticas y saberes
que sí es posible reconectarnos más allá de lo material también
espiritualmente con la Madre Tierra y con ello, otra manera de tejer
territorios, que es la arcilla noble para crear otros sistemas
alimentarios soberanos y populares. Donde es necesario ruralizar
simbólica y fácticamente la ciudad. En Venezuela se manifiestan
agroecologías desde los márgenes, que se contrasta con esa agroecología
que trata de imponerse desde los sistemas de poder mundial y que muchas
veces al ser tecnocrática y reduccionista favorece a las grandes
corporaciones agroalimentarias. La agroecología en Venezuela es un
poder, un poder popular para hacer y sentir; y que se dispersa
raizalmente, un poder para la vida.
5. Que, es necesario
cohesionarNOS en clave descolonizadora, capaz, efectiva y sentipensante
para tejer las “hojas de ruta” capaces de respaldar desde la dimensión
agroecológica, re-conectarnos entre territorios, respetando formas,
maneras, identidades, pero con un horizonte claro, construir una red de
redes (u otra forma de organización que decida la plenaria), en fin de
avanzar hacia la consolidación de una constelación de nuevas
posibilidades conectados desde haceres productivos, formativos y
comunicativos. Un espacio donde las diversas visiones, enfoques, praxis y
ecomilitancias debemos ordenarlas de manera plural e inclusiva sin
erosionar de manera directa o indirecta lo ya alcanzado histórica y
geoculturalmente. La agroecología en Venezuela se conecta y se hace masa
para compartir, para crecer, para ser!
6. Que, es necesario no
perder de vista la dimensión de la transición que como comunidades de
aprendizaje, como movimiento agroecológico nacional y como pueblo a
consolidar para no “satanizar” a nuestr@s herman@s, que en sus espacios
de producción hagan uso de agrotóxicos ya que existe una explicación
histórica que es capaz de revelar el porqué de estas duras
contradicciones donde el sistema capitalista ejerce con mayor brío su
influencia. Esto es vital asumirlo como desafío pedagógico
alfabetizador. La agroecología se comparte y dialoga!
7. Que todas
las organizaciones agroecológica que participan en este encuentro
nacional, se comprometen a participar y asumir las acciones concretas
acordadas en las mesas de trabajos que fue la corazón de este congreso.
Con alcances desde el ámbito local hasta el nacional pasando por todos
los niveles existentes y desde lo nacional se debe articular con el
ámbito internacional. La agroecología en Venezuela se manifiesta en este
encuentro como un florecimiento masivo, cargado de un poderoso sentir
simbólico y material, que sin duda, promoverá las reconexiones y
confluencias necesarias por una territorialización de la agroecología,
por una soberanía alimentaria popular y autónoma!
HAGAMOS REAL ESTA JUNTURA, LA JUNTURA POR LA VIDA, LA JUNTURA AGROECOLÓGICA
¡POR LAS AGROECOLOGÍAS POPULARES! POR LA SOBERANÍA ALIMENTARIA DE LOS PUEBLOS
En la mañana del martes 29 de octubre, en el marco de una serie de
actividades propuestas por la Fundación Rosa de Luxemburgo con motivo de
la inauguración de su nueva casa de la oficina Cono Sur, se realizó una
recorrida por las experiencias agroecológicas de la Unión de
Trabajadorxs de la Tierra (UTT).
Para abordar la temática de la producción de alimentos y mostrar que
alimentarse no solamente es comer se propuso un recorrido que se inició
por el último eslabón de la cadena de producción de alimentos: la
comercialización. Así fue que la mañana del martes comenzó desde
temprano en el almacén de la UTT, situado en el barrio de Almagro, con
un desayuno rodeado de las frutas, hortalizas y productos de la tierra
de origen regional y cooperativo. Degustar lo que se produce de manera
agroecológica, para empezar a pensar en los alimentos que consumimos.
Uno de los trabajadores de la UTT contó sobre la experiencia de
organización y comercialización que les permite ir construyendo un
precio más justo para el productor y el consumidor. Allí se generó un
diálogo con las y los asistentes en donde se explico cómo es posible
acceder a verduras y hortalizas frescas y escapar al ciclo de
intermediación que, además de integrar la cadena de valor y abuso sobre
las y los pequeños productores, incide en otros valores como el
nutricional, el sabor y la frescura de los productos que consumimos. Un
mate con yerba orgánica, frutas secas de Mendoza, frutas frescas de la
quinta, quesos y dulces producidos por cooperativas fueron parte del
menú.
Con la tierra aún húmeda llegamos hasta la localidad de El
Pato, conurbano bonaerense, donde algunas de las familias de pequeños
productores y productoras trabajan la tierra para producir hortalizas y
flores de corte. Bernardo Castillo nos recibió en su quinta contando
que “teníamos acá una hectárea de donde nació la agroecología y se
convirtió en bandera de lucha a nivel nacional”.
La UTT está
compuesta por unas 16 mil familias en todo el país, que no solamente son
productoras de hortalizas y flores, sino también de chanchos, leche y
huevos. En asamblea se discute y se acuerda cómo y qué cosechar y a qué
precio vender, sin que esté afectado por las oscilaciones del mercado
que perjudican tanto al productor como al consumidor.
Es la confianza en la naturaleza
Bernardo comenzó con la
producción de floricultura por la cercanía del Mercado de Flores de
Abasto y luego se diversificó con las hortalizas. Es decir, con todos
los productos de la tierra que no son frutas: acelga, zanahoria, verdeo,
achicoria, papa, frutilla, alcauciles, entre otras.
“Trabajamos
con la biodiversidad y de una manera agroecológica, que es la única
forma de lograr una cosecha segura. Es la confianza en la naturaleza lo
que me vale a mí: yo planto lo que la naturaleza me lo va a dar. Es una
esperanza para adelante”, agregó Bernardo. Además explicó que la
diversidad les asegura la cosecha porque no se dedican a un solo
producto.
Qué quiere decir Agroecología
“Por producir
agroecológicamente se gana más”, afirma uno de los trabajadores. El
Cotepo, Consultorio Técnico Popular, es desde donde se implementan estas
prácticas agroecológicas. “Se van formando con el método cubano, de
campesino a campesino. Aprender y transmitir lo aprendido a otros
compañeros, la solidaridad como herramienta de aprendizaje y de
construcción”, explicaron desde el Cotepo. “Pero además es un modo de
recuperar nuestros saberes, como producían nuestros padres y abuelos que
no necesitaban químicos para producir, y luego devolvemos lo que
aprendemos y lo compartimos con otro”, agregaron.
En esa misma línea, una de las trabajadoras de la UTT aseguró que “la
agroecología te abraza no te desplaza. Tenemos una red a nivel
nacional, damos cursos, recibimos compañeros de todas las regiones.
Nuestros insumos son baratísimos en relación a lo que se comercializa en
el mercado. Las productoras hablan de la tierra, de curarla para que
sus hijos e hijas y lxs nuestrxs puedan comer sanamente y no
envenenarse”.
Luchas por el territorio
La lucha no solo es por el acceso a
la tierra, una histórica reivindicación de quienes la trabajan. También
implica cuidarla para que produzca alimentos sanos en las mejores
condiciones para las y los trabajadores y sus familias y, también, para
lxs consumidores. “La tierra es un ser vivo, es como un enfermo al que
hay que curar. Es una relación de respeto”, explicó uno de los
productores respecto a la remediación de la tierra afectada por el uso
de agroquímicos. “Para curar la tierra los insumos están en la misma
quinta”. Por eso tienen un “kiosco”, donde se almacenan los bioinsumos
naturales que ellas y ellos mismos producen recuperando saberes que
traen de sus tierras. En ese kiosco se encuentran los preparados
naturales para cuidar la tierra y producir en condiciones de cuidado:
remediaciones, caldos minerales, fertilizantes naturales, purinas,
tinturas madres.
Por su parte, los circuitos de distribución y
comercialización no solamente permiten un precio más justo para
productorxs y consumidorxs, sino que además les permite producir
pensando que tienen asegurada la comercialización de sus productos.
Mercados populares, bolsones, venta directa, ferias y almacenes son
algunos de los recursos que se fueron inventando para escapar a la
avaricia y el abuso de las intermediaciones y las corporaciones y lograr
una forma de comercio justo.
Mujeres de la tierra
Las trabajadoras de la tierra levantan
su voz para contar que “la mujer también tiene que decidir, porque antes
solo era el varón el que decidía”. Ellas también han dejado de estar en
el anonimato, salieron del silencio y visibilizaron la cantidad de
tareas y responsabilidades que asumen cotidianamente, producto del rol
que el patriarcado les impuso. Es por eso que decidieron crear una
Secretaría de Género.
Las madres trabajadoras de la tierra también son las que dan de
comer, las que se ocupan de educar a sus hijos e hijas, las que bregan
para que “puedan comer sanamente y que la agroecología es vida y salud
para todos”, explicó Zulma, una de las trabajadoras. Organizaron también
un jardín comunitario “para que nuestras compañeras puedan trabajar y
que los niños estén seguros y coman bien”.
Las mujeres en el campo
no están exentas de las diferentes formas de violencia de género, como
lo es la violencia económica y necesitan que sus hijas e hijos estén
cuidados para poder salir a trabajar. Frente a estas situaciones además
fueron creando una escuela de remedios naturales, donde las mujeres
recuperan y comparten saberes y así aprenden a curarse. Encontraron
además una fuente de trabajo con la venta de tinturas madres y remedios
naturales, porque “la tierra te da todo para curarte”, afirmó Zulma.
Son
ellas también las que pusieron en evidencia las necesidades que afectan
a niñas y niños del sector con las faltas de vacantes en las escuelas
para las y los hijos que intentan acceder a las escuelas medias, por lo
que “sueñan con crear escuelas rurales” para cubrir estas necesidades.
Hombres y mujeres van aprendiendo a compartir tareas y
responsabilidades, mientras ponen en evidencia la disparidad de
responsabilidades y la ausencia de las mujeres en la toma de decisiones.
El
hermoso día de caminar al sol, tocar las plantas, reconocerlas,
escuchar a las y los trabajadores que tienen una relación de trabajo y
amor por la tierra, finalizó con un almuerzo con sus productos y comidas
bolivianas, de donde son originarios buena parte de quienes producen lo
que nos da de comer.
Un campo de disputa
Nahuel Levaggi, coordinador nacional de
la UTT, y Diego Montón, referente del Movimiento Nacional Campesino e
Indígena (MNCI) – Vía Campesina de Mendoza, estuvieron a cargo del
cierre de la actividad.
Levaggi, explicó que la lucha
reivindicativa fue el inicio de la organización que demandaba al Estado
mejorar la calidad de vida de las y los productores familiares y el
acceso a la tierra para quien la trabaja. Le siguieron otras luchas que
se fueron construyendo en el camino. Se propusieron visibilizar al
sujeto social que produce lo que se consume, sus condiciones de vida y
el abuso de los circuitos de intermediación a los que son sometidos, con
acciones concretas como los Verdurazos, que además permitió poner en
primer plano el hambre de miles de personas que se acercaban. Una acción
que se sostuvo durante los cuatro años del macrismo. Tal como lo relató
el coordinador de la UTT, “esto permitió ir construyendo alianzas con
el pueblo y poner en evidencia ese otro campo lejos del imaginario del
campo y la tradicional oligarquía rural más vinculada al Agronegocio,
los pooles de siembra y los negocios financieros, para poder construir
otro modelo de campo vinculado a la necesidad de construir nuestra
soberanía alimentaria”. Una síntesis que también incluye un hito como
fue el Primer Foro Agrario Nacional de este año en el que se construyó
un Programa Agrario frente a la imposibilidad de proponer la reforma
agraria de manera directa.
Levaggi fue preciso al destacar que “el
eje de la discusión hoy son los alimentos y a través de eso uno puede
interpelar al conjunto de la sociedad. Ese es el eje desde donde
discutir el modelo, la matriz productiva, la matriz de comercialización,
el modelo agrotóxico, la matriz energética. Eso que une a todos y todas
y que entendemos es una de las herramientas para plantear el modelo
alternativo”.
Diego Montón, del MNCI, llegado de Mendoza, también
pudo trazar una breve semblanza de la historia de una clase ganadera que
construyo una cultura dominante basada en el exterminio de indígenas y
negrxs que impuso un modelo de consumo alimentario basado en la harina
de trigo y la carne de vaca, al tiempo que se fueron destruyendo
patrones alimentarios nacionales. “Somos de los países que menos frutas y
hortalizas consume, donde se impuso el consumo de la leche de vaca y
donde la malnutrición es una impronta cultural”, explicaba.
También
aludió a la promulgación de la Declaración de los derechos de
campesinos y campesinas que fue aprobada en la ONU a fines del año
pasado y que en términos concretos implica obligaciones de los Estados
para asegurar efectivamente el acceso a derechos básicos que todavía no
habían sido reconocidos. Puntualizó además sobre algunas cuestiones
ligadas al modelo productivo, donde la crisis climática parece tener un
papel importante en la crisis alimentaria, junto a la desocupación
ligada al campo.
Montón afirmo que “el desafío es politizar la
discusión en torno a la alimentación”, en una coyuntura que reconoce en
el Congreso Nacional la emergencia alimentaria, que condena a miles de
personas al hambre y en donde juega un importante papel la definición de
la soberanía alimentaria, “que tiene que ser con el protagonismo activo
de las organizaciones del sector campesino e indígena”.