El informe, que ya se encuentra a disposición de las interesadas e
interesados, muestra desde distintas aristas el daño provocado por el
modelo de los agronegocios sobre la población y la naturaleza, así
también refleja en parte las luchas, resistencias y alternativas al
modelo.
El modelo del agronegocio vigente en el país ‒y en la región‒
continúa avanzando y sus consecuencias sobre la naturaleza, los derechos
humanos, la vida misma, se hacen más visibles y evidentes tal como se
analiza en muchos artículos que presentamos en esta quinta edición del
Informe sobre Agronegocios en Paraguay.
Los primeros artículos
estudian el avance territorial del agronegocio, los intereses del
capital especulativo y financiero en la región occidental (Chaco), así
como el impacto que esta situación implica para la biodiversidad y los
pueblos originarios que lo habitan. La dinámica de la lucha por la
tierra del campesinado, caracterizada por las ocupaciones ante la falta
de respuesta institucional, también es abordada evidenciando la
complicidad gubernamental con los sectores latifundistas del país.
Durante este año 2019, las tierras cultivadas tuvieron un aumento de
casi 175 mil hectáreas, probablemente la mayor parte de ellas sobre
territorios deforestados; la producción de soja, de maíz y de arroz
fueron las que tuvieron un mayor crecimiento.
Se aprobaron doce
nuevas semillas transgénicas y volvió a aumentar la importación de
agrotóxicos, siendo de procedencia china casi el 60% de los mismos. El
actual modelo productivo implica importación de semillas, no solo
transgénicas para los principales rubros cultivados, evolución que
demuestra la dependencia productiva de nuestro país principalmente de
Brasil.
Son las grandes corporaciones de la cadena agroalimentaria
mundial las principales beneficiarias de este modelo, tal como se
detalla en otro de los artículos en el cual se distinguen las que tienen
un mayor peso en Paraguay. Esta lógica corporativa avanza con un
discurso argumentativo, que es analizado y desmontado evidenciando que
es simplemente una campaña de propaganda que busca su legitimación. La
urgencia de regular el accionar de estas empresas por el impacto que
tienen sobre los derechos de los pueblos y de la naturaleza, también es
analizada.
Un importante grupo de artículos examina el accionar
gubernamental, la injusticia tributaria que favorece al sector sojero y
la alta inversión pública para la construcción de infraestructura
requerida por el gran capital. Se observan asimismo los proyectos de ley
vinculados al mundo agrario que han sido presentados en el último
periodo parlamentario, dando especial atención a la Ley de «Agricultura
Familiar Campesina” aprobada a mediados de año. Asimismo se destaca en
otro de los artículos, cómo uno de los más importantes Comités de las
Naciones Unidas condenó al Estado paraguayo por contaminación con
agrotóxicos, sentando una jurisprudencia histórica a nivel global.
La
directa relación existente entre el modelo de los agronegocios y la
destrucción de la naturaleza es abordada en el artículo que detalla el
impacto regional que podrían tener los incendios que arrasaron parte de
la Amazonía, para seguidamente analizar en particular cómo el modelo
productivo en Paraguay contribuye a la actual crisis climática global.
Este
modelo orientado principalmente a satisfacer la demanda de las grandes
corporaciones del sistema agroalimentario mundial avanza a costa de la
calidad de vida y de los derechos de la mayoría de la población, como se
analiza en otro importante número de artículos. Genera un aumento de la
pobreza extrema, tanto urbana como rural. Vulnera el derecho a la
alimentación de toda la población y los derechos campesinos de
comunidades rurales.
La utilización de peligrosos agrotóxicos pone
en riesgo la salud de todos, al tiempo que las fumigaciones, sin ningún
respeto de la débil normativa ambiental vigente sobre escuelas rurales
por ejemplo, afecta también el derecho a la educación. Las comunidades
indígenas y campesinas son las que –además de verse afectadas en sus
derechos– resisten para mantener sus territorios, a pesar de la
criminalización y las múltiples estrategias cada vez más violentas para
apropiarse de los históricos lugares que habitan.
La violencia
física desatada para garantizar el avance del modelo que recrudeció con
el cambio de gobierno en Brasil viene acompañada de ataques –en el marco
de una ofensiva discursiva– de los sectores más conservadores de la
sociedad contra las organizaciones y actores que cuestionan el modelo
extractivista y se posicionan positivamente por los derechos humanos.
Con
la Soja al Cuello 2019 se encuentra a disposición de toda la ciudadanía
de forma totalmente libre y gratuita tanto en su formato digital como
impreso.
El libro impreso puede retirarse de lunes a viernes en horario de
oficina en Ayolas 807 esq/ Humaitá (Asunción) y la versión digital puede
ser descargada en el siguiente link:
En este año 2019 los gremios del agronegocio hicieron uso de todo su
poder de presión para lograr imponer sus intereses por sobre el bien
común. Mediante una fuerte presión política lograron influir en la
Reforma Tributaria, frenaron la aprobación del Tratado de Escazú,
tomaron el control del Consejo Nacional de Ciencias y Tecnologías
(CONACYT) y el Instituto Nacional de Desarrollo Rural y de la Tierra
(INDERT), impusieron la derogación del Protocolo de Desalojos y lograron
que el Ministerio de Agricultura establezca controles aún más laxos
para la aprobación de transgénicos.
El año 2019 estuvo marcado por la fuerte crisis política que afectó
al gobierno tras la firma secreta del Acta Abdo – Bolsonaro, donde los
Presidentes de Brasil y Paraguay acordaban el uso de energía de Itaipú
de forma totalmente contraria a los intereses paraguayos. Esta crisis
mostró la debilidad del gobierno, al punto que estuvo al borde del
juicio político; ante esto el gobierno se apoyó e hizo concesiones a los
sectores de poder fáctico, entre ellos, los gremios del agronegocio y
sus aliados, con quienes ya estaba comprometido desde inicios de su
gestión.
Desde inicios de marzo una fuerte presión de sectores
conservadores empezó a atacar a científicos y científicas que realizaron
investigaciones financiadas por el CONACYT, varios de ellos habían
abordado temas como el efecto de los transgénicos en la salud humana,
abortos en Paraguay y otros, que colisionaban con la línea política
conservadora de los sectores de poder. Así una alianza entre la derecha
política, fundamentalistas religiosos y gremios empresariales logró
imponer cambios en el reglamento del CONACYT para la financiación a
investigaciones, debiendo ahora los proyectos de investigación
científica pasar por la aprobación política del Consejo Directivo de la
Institución donde estos sectores tienen una fuerte presencia. No
contentos con eso, hace pocos días lograron imponer en la Terna para
elegir al futuro presidente de la institución a representantes de los
gremios empresariales, dejando por fuera a científicos y científicas.
También
a inicios de año se estudió la llamada Reforma Tributaria, debido a la
posición vacilante del gobierno y a la presión de los gremios
empresariales y del agronegocio no se incluyeron cambios significativos
al sistema tributario actual, que es calificado como uno de los más
injustos de la región ya que prioriza los impuestos indirectos y gran
parte de lo que recauda el Estado en concepto de impuestos proviene de
las clases medias y bajas, manteniendo privilegios para los sectores
poderosos. Así, una vez más, los agroexportadores lograron imponer el
veto a la posibilidad de cobrar un impuesto a la exportación de granos
en Estado natural, manteniendo los privilegios de uno de los sectores
más poderosos económicamente y que no aporta prácticamente nada en
concepto de impuestos.
Como parte de un acuerdo político entre
sectores internos del Partido Colorado el Presidente Abdo Benítez
instaló a Rodolfo Friedmann al frente del Ministerio de Agricultura y
Ganadería a fin de lograr que el mismo abandone su banca en el Senado.
Este nombramiento fue primeramente rechazado por los gremios del
agronegocio, quienes rápidamente días despues, terminaron dando su apoyo
al novel Ministro. Este pacto se selló con el nombramiento al frente
del INDERT de Mario Vega, miembro de la Coordinadora Agrícola del
Paraguay, gremio conformado principalmente por sojeros, con Vega al
frente de la institución encargada de las políticas de tierras y
desarrollo rural, los gremios del agroneogcio impusieron el fin de las
mensuras impulsadas por el INDERT para recuperar tierras pertenecientes a
la institución que no están en manos de beneficiarios de la Reforma
Agraria.
Casi a la par, los mismos gremios lograron imponer la
derogación del Protocolo de Deaslojos, a fin de garantizar la
realización inmediata de desalojos en tierras rurales y urbanas que
estuvieran ocupadas por campesinos o sin techos. Los representantes de
las organizaciones sojeras sostuvieron que dicho protocolo frenaba el
desalojo de unas cien mil hectáreas ocupadas y que debían ser
desalojadas de forma inmediata porque sino la zafra de soja 2019 corría
serio riesgo; el gobierno, junto al Ministerio Público y el Ministerio
del Interior, primero a cargo de Villamayor y luego de Euclides Acevedo,
cumplieron la orden de los sojeros, derogando el protocolo y ejecutando
los desalojos de algunas propiedades.
En noviembre el MAG liberó
en un sólo día 13 variedades de semillas modificadas genéticamente, esta
liberación se dio prácticamente sin controles, ya que una resolución
del propio Ministerio, en acuerdo con los sectores del agronegocio,
impuso que para la liberación comercial de semillas transgénicas que ya
habían sido aprobadas en otros países no es necesario establecer
controles, ni pruebas a nivel nacional. Ya en diciembre un mensaje del
Titular de la Unión de Gremios de la Producción (UGP), Héctor Cristaldo,
y otro del Obispo de Asunción, Edmundo Valenzuela, bastaron para que el
Gobierono se retirará del Acuerdo de Escazú, Tratado sobre Justicia
Climática que buscaba garantizar el acceso a información pública y a la
justicia para los defensores ambientales, evitando así que el país logre
avances en materia de garantizar derechos humanos.
El actual sistema agroindustrial ha transformado la agricultura en
una actividad dependiente de fertilizantes de síntesis, pesticidas y
energía fósil. La industria agroalimentaria es dueña del 80 % de los
recursos, pese a lo que produce solamente el 30 % de la alimentación
mundial a costa de expulsar a campesinas y campesinos de sus tierras,
destruir la naturaleza y calentar el planeta.
Según el IPCC, las emisiones ligadas a la agricultura, la
silvicultura y otros usos del suelo, suponen un 24 % del total de
emisiones antrópicas. La mayor parte de las emisiones históricas
asignadas a este sector, derivan del cambio de uso del suelo por la
deforestación y roturación de tierras para la expansión de la
agricultura y la ganadería.
En España, pesar de las continuas
declaraciones estos días del Ministerio para la Transición Ecológica en
la COP25 en torno al necesario aumento de la ambición en la reducción de
las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), según el Ministerio
de Agricultura y Pesca, Alimentación y Medio Ambiente, las emisiones
derivadas de la agricultura aumentaron un 2,9 % en 2017 respecto al año
anterior.
Además, los procesos de degradación asociados al cambio
climático afectan principalmente a regiones empobrecidas y tienen graves
repercusiones para la agricultura. Por ejemplo, para un aumento de la
temperatura de 2 ºC se estiman pérdidas de 8 % - 14 % en la producción
de maíz o 7 % - 10 % de la de pastos. De hecho, el cambio climático ha
sido identificado por la FAO como uno de los impulsores principales de
las crisis alimentarias, que se van agravando con el aumento de la
temperatura global, y que provoca migraciones climáticas.
Hasta
ahora, las negociaciones internacionales no han propuesto mecanismos
efectivos para evitar la crisis climática, sino que se han basado en
falsas soluciones tecnológicas y de mercado. Los biocombustibles, los
Mecanismos de Desarrollo Limpio (MDL) o los Mecanismos de Reducción de
Emisiones por Deforestación y Degradación de los bosques (REDD y sus
derivados) no sólo no han reducido la cantidad de emisiones sino que se
han utilizado en muchas ocasiones para vulnerar los derechos de
poblaciones indígenas y campesinas. Sin embargo, siguen sobre la mesa de
debate en el marco de las negociaciones de la COP25.
Por todo
ello, frente a la crisis climática Ecologistas en Acción defiende la
agroecología como una herramienta imprescindible para enfriar el
planeta. Los sistemas agroecológicos producen alimentos mientras
aumentan la capacidad de los ecosistemas de regular el clima. Además, no
dependen de combustibles fósiles ni de otros insumos como abonos
nitrogenados, ya cierran los ciclos de materia y energía.
La
organización ecologista demanda a los gobiernos que faciliten los
cambios sociales y económicos necesarios para que el modelo
agroecológico arraigue, lo que pasa por políticas públicas para
dignificar la actividad campesina, facilitar el acceso a las
alternativas que ya existen, acelerar en lo posible la transición,
transversalizar una perspectiva feminista para que ésta sea justa y
equitativa. Y evitar que los suelos y su capacidad de actuar como
sumideros entren en los mecanismos de mercado que se negocian estos días
en la COP25.
Hace 15 años el multimillonario Bill Gates anunció que “la revolución verde había
dejado de lado al continente africano” y comenzó una cruzada para
llevar los beneficios de esa transformación productiva a toda África.
A partir de los años 1960 la revolución verde permitió
incrementar de manera importante los rendimientos (toneladas por
hectárea) de ciertos cultivos clave, en especial trigo y arroz, en
algunas regiones de India. Esos aumentos se debieron a un paquete
tecnológico que incluía el uso de semillas de alto rendimiento, insumos
agroquímicos y, por supuesto, inversiones en irrigación. El crecimiento
de los rendimientos puede atribuirse casi por igual al empleo de
semillas mejoradas, fertilizantes e irrigación.
Estos son los
beneficios que tanto impresionaron a Bill Gates. Desgraciadamente, Gates
no leyó con atención las señales que estaban en el campo en toda
África. El mensaje era claro: no es que la revolución verde hubiera pasado de largo a África. Simple y sencillamente, había fracasado.
Entre
1980 y 2004 el Consejo Consultivo de Centros de Investigación Agrícola
Internacional (Cgiar) invirtió 160 millones de dólares anuales en
transformar y modernizar la agricultura en África. Con esas inversiones no es posible afirmar que la revolución verde simplemente
había ignorado al continente africano. La realidad es mucho más
compleja e interesante. Pero Bill Gates prefiere configurar otra
narrativa más a su gusto.
La revolución verde vino
acompañada de varios problemas graves. Sin los insumos de agroquímicos y
la irrigación, los rendimientos no podían aumentar y las semillas
maravilla se quedaban sin rendir sus frutos. Por ese motivo los
beneficios fueron para los agricultores más privilegiados. De hecho,
muchos de los campesinos más pobres perdieron sus tierras al no poder
enfrentar el peso del endeudamiento para pagar los insumos. Esto condujo
a una mayor concentración de la tierra. Por el lado de la huella
ecológica, la revolución verde y sus insumos químicos dejaron
cuerpos de agua contaminados, suelos maltratados por la falta de
rotación de cultivos y una fuerte erosión genética. En India había
alrededor de 30 mil variedades de arroz utilizadas en la producción
antes de la revolución verde. En la actualidad, la cosecha en ese país se produce a partir de unas 10 variedades.
Con
este saldo es difícil imaginar que alguien quisiera repetir la
experiencia en África. Pero en 2006, la Fundación Gates lanzó su
iniciativa “Alianza para la revolución verde en África” (Agra).
Su objetivo: duplicar los rendimientos e ingresos de más de 30 millones
de hogares rurales en el continente para 2020. En estos días se ha dado a
conocer una investigación de Tim Wise (Universidad de Tufts y Small
Planet Institute), en la cual se demuestra que después de 10 años de
inversiones multimillonarias las metas de la iniciativa Agra están lejos
de ser alcanzadas. El análisis examina información a escala nacional
para los 13 países cubiertos por Agra y también evalúa datos a nivel
hogar en tres de ellos: Malawi, Zambia y Mozambique. (Este importante
documento está disponible en afsafrica.org).
Wise demuestra que
existe poca evidencia de que Agra esté en camino de hacer realidad sus
objetivos sobre rendimientos e ingresos. Cuando se encuentran señales de
progresos en esos rubros eso se debe a la existencia de programas
gubernamentales de subsidios para la adquisición de insumos: la difusión
del paquete tecnológico de Agra no se llevaría a cabo sin esos
subsidios.
Se puede pensar que buscar una solución tecnológica
para cualquier problema es el sesgo natural de una persona con la
formación de Bill Gates. Pero quizás hay algo más profundo. En 2010 la
Fundación Gates invirtió 23 millones de dólares en la compra de 500 mil
acciones de Monsanto, el gigante de las semillas transgénicas y los
agroquímicos como el glifosato. Desde entonces la postura respecto de
los transgénicos ha sido ambigua, pero hoy se sabe que Agra también
incluye ese tipo de semillas en sus programas de difusión tecnológica.
Lo
más grave de Agra es que deja de lado otro tipo de trayectorias
tecnológicas que son más eficientes para el manejo de agua, suelos y
recursos genéticos. Por ejemplo, técnicas de permacultura y agroecología
ya son aplicadas en muchas regiones de África y han demostrado ser más
eficientes y menos agresivas con el medio ambiente.
Estas técnicas
conservan la agrobiodiversidad y son además intensivas en trabajo, lo
que permite crear y conservar empleos en el medio rural y proporcionan
una mayor soberanía en las decisiones de los agricultores sobre la
mezcla de producto y las técnicas de producción.
Organizaciones
como Vía Campesina y la Alianza para la Soberanía Alimentaria en África
son dos ejemplos de organizaciones que buscan construir desde abajo
opciones que son tecnológicamente sanas y socialmente responsables. A
final de cuentas, Bill Gates prefiere buscar la solución que desea el
capital: apropiarse del proceso productivo campesino y convertirlo en un
espacio de rentabilidad.
Desde la Red de Acción en Plaguicidas y sus Alternativas de América
Latina, una vez más, advertimos sobre la creciente utilización de
plaguicidas en todo nuestro continente derivado tanto de la expansión de
monocultivos insustentables cuanto de la permisividad de nuestros
gobiernos que posibilitan el registro y comercialización de plaguicidas
prohibidos en otros continentes, además de no realizar un control
efectivo de su utilización.
Son los niños, aun los que están por nacer, los más afectados por la
aplicación de plaguicidas tanto aquellos acompañan a sus padres en la
ejecución de las tareas agrícolas como los que viven o estudian en áreas
donde estos productos son aplicados, ya de manera terrestre como área.
En efecto, la aparición de enfermedades agudas y crónicas es especial
aquellas derivadas de la acción de los productos químicos sobre el
sistema nervioso, la disrupción del sistema endócrino, las alteraciones
genéticas son una muestra de cómo la exposición a los plaguicidas puede
comprometer el desarrollo de una vida plena a miles de niños y jóvenes.
Recientes
investigaciones realizadas por miembros de RAP-AL en Chile, México ,
Brasil y Argentina dan cuenta de la utilización de más de 100 a 120
plaguicidas categorizados como altamente peligrosos, es decir
plaguicidas que presentan niveles especialmente elevados de peligrosidad
aguda o crónica para la salud o el medio ambiente, según los sistemas
de clasificación internacionalmente aceptados, como el de la OMS o el
Sistema Globalmente Armonizado de Clasificación y Etiquetado de
Productos Químicos. Entre ellos se encuentran el glifosato, paraquat,
clorpirifos y el carbendazin. Estos plaguicidas además de ser muy
persistentes en el ambiente pueden causar cáncer, poseer efecto
alterador endocrino e incluso producir alteraciones en la reproducción,
entre otros efectos negativos en la salud humana, también en la salud
animal, especialmente en las abejas y polinizadores.
Desde RAP-AL
reclamamos enérgicamente la prohibición de plaguicidas comenzando por
los altamente peligrosos, la instauración de límites a la
comercialización de estos productos así como a su aplicación máxima en
las cercanías de centros poblados, escuelas y zonas ambientalmente
sensibles. También demandamos por la instauración de políticas públicas
que favorezcan la consecución de la soberanía alimentaria desde la
producción de alimentos bajo el paradigma agroecológico, ya desde el
acceso a la tierra y al agua a miles de productores familiares, el
intercambio de saberes, así como la recreación de centros territoriales
de reciprocidad y comercialización de productos.
Los plaguicidas
nos enferman y matan, no son indispensables para producir alimentos. El
establecimiento de sistemas agroecológicos en todo nuestro continente
nos demuestra su viabilidad económica, su sustentabilidad ambiental y su
potencia como estrategia política.
El 3 de diciembre Día
Internacional del NO Uso de Plaguicidas es una conmemoración que fue
establecida por las 400 organizaciones miembros de la Red de Acción en
Plaguicidas, PAN Internacional (Pesticide Action Network) en memoria de
más de 500.000 personas intoxicadas y más de 16.000 personas fallecidas
esa noche en Bophal, Madhya Pradesh, India, en 1984, debido al escape de
27 toneladas del gas tóxico metil isocianato, utilizado por la
transnacional agroquímica Union Carbide para fabricar plaguicidas.
Actualmente, más de 100.000 personas sufren enfermedades crónicas
producto de esta catástrofe. Los muertos llegan a más de 25.000.
Javier Souza Casadinho
Coordinador regional Red de Acción en Plaguicidas y sus alternativas de América Latina, RAP-AL
Del 18 al 23 de noviembre se llevó a cabo el“VII Encuentro
Internacional de Agroecología, Agricultura Sostenible y Cooperativismo”,
organizado por la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños de Cuba
(ANAP) miembro de La Vía Campesina, en el Centro Integral “Niceto Pérez
García” ubicado en Güira de Melena, provincia de Artemisa, Cuba.
Participaron en la apertura delegadxs de los diferentes países y
organizaciones, así como autoridades municipales, provinciales y
nacionales de la ANAP. La inauguración formal estuvo a cargo de su
presidente Rafael Santiesteban y Joel Palmero Meneses, miembro del Buró
Nacional de la ANAP, quién destacó que durante los últimos años “la
agroecología ha pasado a ser una fuente de soluciones en el sistema
agroalimentario global” que ha cambiado conocimientos tradicionales de
manejos agropecuarios para basarse en conocimientos técnicos, junto a
principios y métodos del campesinado.
Al encuentro asistieron unxs
200 delegadaxs de 31 países de Cuba, Nuestra América y el mundo. Además
de las delegaciones de las diferentes provincias de Cuba,
investigadorxs, activistas e interesadxs de diferentes partes del mundo,
se destaca la participación de una nutrida delegación de La Vía
Campesina con representantes de América Latina y el Caribe,
Norteamérica, Asia Pacífico, Europa y África Oriental.
Durante los
tres primeros días, las delegaciones realizaron visitas a fincas y
cooperativas insertadas en el “Movimiento Agroecológico de Campesinx a
Campesinx” (MACAC) en las provincias de Mayabeque y Artemisa, y en
varios municipios de la Ciudad de La Habana. En estas visitas se
pudieron observar e intercambiar experiencias en torno a las diferentes
formas de organización cooperativa, la diversidad de prácticas
agroecológicas implementadas en las fincas campesinas y espacios de
producción urbana y suburbana que, con su labor cotidiana, brindan
alimentos saludables y accesibles a toda la isla.
El jueves 21 lxs
participantxs se concentraron desde temprano en el Centro Integral
“Niceto Pérez García”. La jornada con una mesa redonda con jóvenes de
diferentes organizaciones de LVC que compartieron sus experiencias,
avances y desafíos en torno a la masificación de la agroecología, la
implementación de la metodología campesinx a campesinx, y los diversos
procesos de formación que se desarrollan dentro de sus organizaciones.
A
continuación lxs participantes se repartieron en 5 diferentes
comisiones de trabajo para intercambiar sobre agricultura familiar y
soberanía alimentaria; agroecología y medioambiente; biodiversidad y
semillas criollas y nativas; reforma agraria, territorio y
cooperativismo; y género, procesos de formación y promoción
agroecológica. En total se presentaron y debatieron casi 70 trabajos de
diversas experiencias e investigaciones desarrollados en Cuba y otros
países.
El día viernes por la mañana se realizó un panel en el que
se debatieron las consecuencias y afectaciones del bloqueo
norteamericano a la agricultura campesina cubana, así como las acciones
que lleva a cabo el gobierno cubano para cumplir los objetivos de la
agenda 2020-2030 de producción agroalimentaria. En la sesión de la tarde
se llevó adelante un panel con representantes de organizaciones
miembros de LVC de las diferentes regiones sobre experiencias
agroecológicas inspiradas en el MACAC de Cuba, así como uno sobre la
sostenibilidad ecológica, económica y social de las fincas
agroecológicas cubanas.
El domingo en la mañana se realizó la
sesión de cierre donde varixs delegadxs en nombre de los diferentes
colectivos presentes expresaron su admiración y gratitud hacia la
Revolución, la ANAP y el campesinado, y el pueblo de Cuba en general por
sus logros y ejemplaridad, así como por su calidad y calidez humana. A
continuación se leyó una declaración de lxs delegadxs condenando y
demandando el cese inmediato del bloqueo norteamericano contra Cuba, así
como la represión contra los pueblos de Bolivia, Chile y Colombia,
reafirmando el espíritu internacionalista y solidario del campesinado
organizado.
Para finalizar una joven de la CLOC-Vía Campesina dio
lectura a la declaración final aprobada por unanimidad. A continuación
Rafael Santiesteban Pozo cerró formalmente del VII Evento, a la vez que
abrió la convocatoria para el “VIII Encuentro Internacional de
Agroecología, Agricultura Sostenible y Cooperativismo”a realizarse en
noviembre de 2021. Terminado el acto central todas(os) las(os)
participantes disfrutaron de una abundante comida de camaradería con la
que la ANAP agasaja a sus asociadxs, trabajadorxs e invitadxs nacionales
e internacionales en cada ocasión. De esta manera se dio por finalizado
con éxito una nueva edición del ya histórico y siempre inspirador
evento internacional de agroecología de la ANAP.
"La deforestación se ha visto acelerada por el enorme crecimiento de
las propiedades de los terratenientes, así como por el impacto de la
ganadería y la agricultura intensivas. Plantaciones de soja y de caña de
azúcar, destinadas sobre todo al emergente mercado de los
biocombustibles, han invadido las antiguas zonas de caza y tierras
comunales indígenas. Muchos de estos cultivos abarcan hasta donde llega
la vista".
Los guaraníes son una de las comunidades indígenas más importantes y
castigadas de América. Viven en Paraguay, Bolivia, Argentina y en
Brasil, donde son unos 51.000. No creen en un paraíso ultraterrenal. El
edén está aquí. Es la tierra sin mal y llevan siglos buscándola, aunque no parece que la vayan a hallar en esta vida.
Survival Internacional –la
Amnistía Internacional de los aborígenes– denuncia que el robo de sus
tierras y la violencia de madereros, ganaderos y hacendados ha
provocado “una oleada de suicidios sin precedentes”. El drama es
especialmente grave en Mato Grosso do Sul, donde los guaraníes añoran el
enorme reino que tuvieron.
Estos nativos brasileños se dividen en tres grupos: los ñandeva, los m’baya y los kaiowá, que en su lengua significa el pueblo del bosque . El pueblo del bosque ya no tiene bosque, habría que decir. Ahora es el pueblo del arcén. Al menos seis comunidades lo han perdido todo y han de acampar en los bordes de carreteras y caminos.
Otros guaraníes más afortunados se
aferran a una mínima porción de terreno, una islita en un mar de
ranchos y ganaderías. O eso o se resignan a vivir en condiciones penosas
en una reserva sobresaturada. En la de Dourados más de 15.000 personas
de las etnias guaraní y terena se concentran en 30 km2. Demasiado poco
terreno para poder vivir de la agricultura, la caza y la pesca.
Según Navi Pillay, alta comisionada de la ONU para los derechos
humanos, “los indígenas no se benefician del progreso económico de
Brasil”. Lo dijo hace diez años y, si desde entonces la situación se
había agravado, la presidencia del ultraderechista Jair Bolsonaro hace
temer lo peor. Un refrán guaraní dice: “La tierra es la vida”. Pero sin
tierra, ¿qué les queda?
Los etnógrafos denuncian que una “epidemia
de más de medio millar de suicidios” ha zarandeado esta comunidad desde
1986, aunque esa es sólo la punta del iceberg y las muertes podrían ser
muchas más. Así opina, por ejemplo, el antropólogo Marcos Ferreira
Lima. Este experto ha realizado un estudio sobre los kaiowá, a petición
de la fiscalía.
‘Graves tensiones’
Sicarios contra indígenas
Matones
a sueldo contratados por grandes hacendados y ganaderos expulsan a los
indígenas de sus tierras comunales y de sus zonas de caza y pesca.
Las
conclusiones del documento no han servido de nada por el momento. El
escrito, que forma parte de un amplio informe entregado a la ONU por
Survival Internacional, sostiene que “no resulta exagerado hablar de
genocidio”. La propia ONU admite “graves tensiones entre los pueblos
indígenas y los ocupantes de sus tierras”.
Graves tensiones es un eufemismo que oculta crímenes y amenazas
de los matones contratados por los hacendados. Los guaraníes han tenido
que abandonar sus casas ante la tala y la quema de sus bosques. Los
incendios intencionados, no sólo en Mato Grosso, se han convertido en
una herramienta eficaz en manos de los latifundistas para expulsar a los
indígenas.
La deforestación se ha visto acelerada por el enorme crecimiento de
las propiedades de los terratenientes, así como por el impacto de la
ganadería y la agricultura intensivas. Plantaciones de soja y de caña de
azúcar, destinadas sobre todo al emergente mercado de los
biocombustibles, han invadido las antiguas zonas de caza y tierras
comunales indígenas. Muchos de estos cultivos abarcan hasta donde llega
la vista.
Pero nadie abandona su hogar porque sí ni cede sus
bosques sin más. Sicarios a sueldo les han obligado a irse. Y quienes no
se van, ya saben a qué se arriesgan: el último asesinato de un líder
indígena se produjo el día 2, supuestamente a manos de madereros en el
estado de Maranhão. Y, por cruel que parezca, estos crímenes no siempre
reciben la atención que merecen.
Según Survival Internacional, “incontables guaraníes” han sido asesinados en las retomadas ,
cuando han intentado recuperar una pequeña parcela de sus tierras
ancestrales. Una de los pocas muertes que traspasó las fronteras de
Brasil fue la del guaraní Marcos Verón, de los kaiowá de Takuára, o
Taquara, un municipio del estado de Rio Grande do Sul. Días antes de su
ejecución, este dirigente aborigen dijo una palabras proféticas.
“Esto
que ves aquí es mi vida, mi alma. Si me separas de mi tierra, me quitas
la vida”, explicó Marcos Verón. Desde su muerte, se han lamentado
muchas más sin que hayan tenido el eco que se merecían. La desaparición
del hábitat de los orangutanes en Indonesia y Malasia suele suscitar más
denuncias que el robo de estas tierras. Incluso una agencia
gubernamental como la Fundação Nacional do Índio considera inaceptables
las “precarias condiciones de vida” de los aborígenes.
No es un
problema exclusivo de Brasil o de Mato Grosso do Sul. Pero el drama ha
llegado a unos extremos en este estado brasileño aún no alcanzados en
otros países o en Río de Janeiro, São Paulo, Santa Catarina, Rio Grande
do Sul, Espírito Santo y Paraná, que también tienen una fuerte presencia
guaraní. La Constitución de Brasil garantiza en teoría “la organización
social, idiomas, credos y tradiciones de los indios, así como sus
tierras”.
La realidad se empeña en demostrar que esas promesas son
papel mojado. La erosión de la identidad cultural aborigen afecta a
todo el continente, desde los inuit de Alaska hasta los selk’nam de
Chile, pero el caso de los guaraníes es más doloroso porque la tierra sin mal de
sus ancestros estaba aquí, no en el más allá. Y debe ser difícil creer
en el paraíso si se deja todo atrás para vivir con miedo, hambre y asco
junto a una carretera, lejos del bosque.
El evento es organizado por la Asociación Nacional de Agricultores
Pequeños (ANAP) y tiene como objetivo fomentar el intercambio de
conocimientos sobre la producción de alimentos mediante prácticas
agroecológicas.
El VII Encuentro Internacional de Agroecología, Agricultura
Sostenible y Cooperativismo comenzó este lunes con la participación de
más de 300 delegados de 26 países en la provincia occidental de Artemisa
a unos 65 kilómetros al suroeste de La Habana, capital de Cuba.
El
evento es organizado por la Asociación Nacional de Agricultores
Pequeños (ANAP) y tiene como objetivo fomentar el intercambio de
conocimientos sobre la producción de alimentos mediante prácticas
agroecológicas.
Se desarrollará en el Centro Integral Niceto Pérez
en la localidad artemiseña de Güira de Melena. El programa de
actividades incluye recorridos por fincas y cooperativas de Artemisa,
Mayabeque y La Habana, donde expondrán avances en agroecología,
agricultura sostenible y cooperativismo en la Isla.
Funcionarios
de Relaciones Internacionales de la ANAP, afirman que las delegaciones
más grandes provienen de Estados Unidos (EE.UU.) y Puerto Rico con 40 y
20 delegados respectivamente.
Durante la apertura del encuentro
internacional, el miembro del Buró Nacional de la ANAP, Yoel Palmero
destacó el papel de la agroecología como fuente para la solución de los
problemas alimentarios y de mitigación de los efectos del cambio
climáticos específicamente la erosión de los suelos.
Actualmente,
Cuba mantiene un nuevo programa conjunto hasta el 2025 entre el
Ministerio de la Agricultura (MINAG), la Unión Europea, y el
acompañamiento de la Organización de las Naciones Unidas para la
Alimentación, la Agricultura (FAO) y el Programa de Naciones Unidas para
el Desarrollo (PNUD) para apoyar el desarrollo de sistemas alimentarios
resilientes y sostenibles mediante el incremento de la producción de
alimentos diversos y sanos.
A pocos minutos de la clausura de este maravilloso encuentro, el III
Congreso Venezolano de Agroecología realizado en los espacios de la
Universidad Experimental de las Artes (UNEARTE), en la ciudad de
Caracas, cuna del padre Bolívar, del 17 al 19 de octubre 2019, las y los
participantes de diversas organizaciones y colectivos vinculados a la
agroecología provenientes de dieciocho estados del país, declaramos:
1. Manifestamos nuestro repudio a los ataques injerencistas
imperiales sobre el territorio nacional con el brutal bloqueo económico,
un asedio que permanece desde que decidimos por elecciones y apegados a
nuestra historia libertaria buscar nuevos caminos como matria. Al mismo
tiempo que nos solidarizamos con los Pueblos de nuestros países
hermanos de Ecuador, Brasil, Colombia, Haití y Chile que hoy confrontan a
sus Gobiernos al exponerlos a implacables paquetes neoliberales que
transgreden las condiciones mínimas para garantizar el derecho a la
vida. Nos solidarizamos con sus luchas!
2. Que aún en estos
momentos críticos, bajo la implacable injerencia del enemigo histórico
manifestado como el capitalismo y una de sus formas, las corporaciones
multinacionales, la agroecología como acervo de saberes, sabores y
haceres, ha demostrado ser la manera en que los pueblos han logrado
confrontar sus ataques e intenciones de dominio, y que al contrario nos
hace virar y mirar que somos poderosos en creatividad y capacidad de
ampliar nuestros horizontes, eso que Aníbal Nazoa expresaba en su
luminoso credo “creo en los poderes creadores del Pueblo”. La
agroecología es creación para la vida, es territorio vivo y colorido
para la acción y la esperanza.
3. Que, la confluencia espontánea
de diversas organizaciones y colectivos, integrados por mujeres y
hombres, campesin@s, agrourban@s, productor@s, inventor@s, cociner@s,
estudiantes, técnic@s, académic@s y demás protagonistas de los sistemas
alimentarios territoriales provenientes de diversas partes del país. Que
bajo difíciles condiciones (casi sin recursos materiales) lograron
estar y participar en una construcción viva y profunda de experiencias,
sentires y aprendizajes, nos indica la presencia de un rico mosaico de
movimientos agroecológicos que habitan y se enraízan en los territorios,
tienen identidad diversa, tienen sangre y hueso, están y no se irán. La
agroecología en Venezuela es cuerpo en pleno y gozoso movimiento.
4.
Que, reconocemos y celebramos a nuestr@s Maestr@s Pueblos, promotores
históricos, que nos enseñan pacientemente con sus prácticas y saberes
que sí es posible reconectarnos más allá de lo material también
espiritualmente con la Madre Tierra y con ello, otra manera de tejer
territorios, que es la arcilla noble para crear otros sistemas
alimentarios soberanos y populares. Donde es necesario ruralizar
simbólica y fácticamente la ciudad. En Venezuela se manifiestan
agroecologías desde los márgenes, que se contrasta con esa agroecología
que trata de imponerse desde los sistemas de poder mundial y que muchas
veces al ser tecnocrática y reduccionista favorece a las grandes
corporaciones agroalimentarias. La agroecología en Venezuela es un
poder, un poder popular para hacer y sentir; y que se dispersa
raizalmente, un poder para la vida.
5. Que, es necesario
cohesionarNOS en clave descolonizadora, capaz, efectiva y sentipensante
para tejer las “hojas de ruta” capaces de respaldar desde la dimensión
agroecológica, re-conectarnos entre territorios, respetando formas,
maneras, identidades, pero con un horizonte claro, construir una red de
redes (u otra forma de organización que decida la plenaria), en fin de
avanzar hacia la consolidación de una constelación de nuevas
posibilidades conectados desde haceres productivos, formativos y
comunicativos. Un espacio donde las diversas visiones, enfoques, praxis y
ecomilitancias debemos ordenarlas de manera plural e inclusiva sin
erosionar de manera directa o indirecta lo ya alcanzado histórica y
geoculturalmente. La agroecología en Venezuela se conecta y se hace masa
para compartir, para crecer, para ser!
6. Que, es necesario no
perder de vista la dimensión de la transición que como comunidades de
aprendizaje, como movimiento agroecológico nacional y como pueblo a
consolidar para no “satanizar” a nuestr@s herman@s, que en sus espacios
de producción hagan uso de agrotóxicos ya que existe una explicación
histórica que es capaz de revelar el porqué de estas duras
contradicciones donde el sistema capitalista ejerce con mayor brío su
influencia. Esto es vital asumirlo como desafío pedagógico
alfabetizador. La agroecología se comparte y dialoga!
7. Que todas
las organizaciones agroecológica que participan en este encuentro
nacional, se comprometen a participar y asumir las acciones concretas
acordadas en las mesas de trabajos que fue la corazón de este congreso.
Con alcances desde el ámbito local hasta el nacional pasando por todos
los niveles existentes y desde lo nacional se debe articular con el
ámbito internacional. La agroecología en Venezuela se manifiesta en este
encuentro como un florecimiento masivo, cargado de un poderoso sentir
simbólico y material, que sin duda, promoverá las reconexiones y
confluencias necesarias por una territorialización de la agroecología,
por una soberanía alimentaria popular y autónoma!
HAGAMOS REAL ESTA JUNTURA, LA JUNTURA POR LA VIDA, LA JUNTURA AGROECOLÓGICA
¡POR LAS AGROECOLOGÍAS POPULARES! POR LA SOBERANÍA ALIMENTARIA DE LOS PUEBLOS
En la mañana del martes 29 de octubre, en el marco de una serie de
actividades propuestas por la Fundación Rosa de Luxemburgo con motivo de
la inauguración de su nueva casa de la oficina Cono Sur, se realizó una
recorrida por las experiencias agroecológicas de la Unión de
Trabajadorxs de la Tierra (UTT).
Para abordar la temática de la producción de alimentos y mostrar que
alimentarse no solamente es comer se propuso un recorrido que se inició
por el último eslabón de la cadena de producción de alimentos: la
comercialización. Así fue que la mañana del martes comenzó desde
temprano en el almacén de la UTT, situado en el barrio de Almagro, con
un desayuno rodeado de las frutas, hortalizas y productos de la tierra
de origen regional y cooperativo. Degustar lo que se produce de manera
agroecológica, para empezar a pensar en los alimentos que consumimos.
Uno de los trabajadores de la UTT contó sobre la experiencia de
organización y comercialización que les permite ir construyendo un
precio más justo para el productor y el consumidor. Allí se generó un
diálogo con las y los asistentes en donde se explico cómo es posible
acceder a verduras y hortalizas frescas y escapar al ciclo de
intermediación que, además de integrar la cadena de valor y abuso sobre
las y los pequeños productores, incide en otros valores como el
nutricional, el sabor y la frescura de los productos que consumimos. Un
mate con yerba orgánica, frutas secas de Mendoza, frutas frescas de la
quinta, quesos y dulces producidos por cooperativas fueron parte del
menú.
Con la tierra aún húmeda llegamos hasta la localidad de El
Pato, conurbano bonaerense, donde algunas de las familias de pequeños
productores y productoras trabajan la tierra para producir hortalizas y
flores de corte. Bernardo Castillo nos recibió en su quinta contando
que “teníamos acá una hectárea de donde nació la agroecología y se
convirtió en bandera de lucha a nivel nacional”.
La UTT está
compuesta por unas 16 mil familias en todo el país, que no solamente son
productoras de hortalizas y flores, sino también de chanchos, leche y
huevos. En asamblea se discute y se acuerda cómo y qué cosechar y a qué
precio vender, sin que esté afectado por las oscilaciones del mercado
que perjudican tanto al productor como al consumidor.
Es la confianza en la naturaleza
Bernardo comenzó con la
producción de floricultura por la cercanía del Mercado de Flores de
Abasto y luego se diversificó con las hortalizas. Es decir, con todos
los productos de la tierra que no son frutas: acelga, zanahoria, verdeo,
achicoria, papa, frutilla, alcauciles, entre otras.
“Trabajamos
con la biodiversidad y de una manera agroecológica, que es la única
forma de lograr una cosecha segura. Es la confianza en la naturaleza lo
que me vale a mí: yo planto lo que la naturaleza me lo va a dar. Es una
esperanza para adelante”, agregó Bernardo. Además explicó que la
diversidad les asegura la cosecha porque no se dedican a un solo
producto.
Qué quiere decir Agroecología
“Por producir
agroecológicamente se gana más”, afirma uno de los trabajadores. El
Cotepo, Consultorio Técnico Popular, es desde donde se implementan estas
prácticas agroecológicas. “Se van formando con el método cubano, de
campesino a campesino. Aprender y transmitir lo aprendido a otros
compañeros, la solidaridad como herramienta de aprendizaje y de
construcción”, explicaron desde el Cotepo. “Pero además es un modo de
recuperar nuestros saberes, como producían nuestros padres y abuelos que
no necesitaban químicos para producir, y luego devolvemos lo que
aprendemos y lo compartimos con otro”, agregaron.
En esa misma línea, una de las trabajadoras de la UTT aseguró que “la
agroecología te abraza no te desplaza. Tenemos una red a nivel
nacional, damos cursos, recibimos compañeros de todas las regiones.
Nuestros insumos son baratísimos en relación a lo que se comercializa en
el mercado. Las productoras hablan de la tierra, de curarla para que
sus hijos e hijas y lxs nuestrxs puedan comer sanamente y no
envenenarse”.
Luchas por el territorio
La lucha no solo es por el acceso a
la tierra, una histórica reivindicación de quienes la trabajan. También
implica cuidarla para que produzca alimentos sanos en las mejores
condiciones para las y los trabajadores y sus familias y, también, para
lxs consumidores. “La tierra es un ser vivo, es como un enfermo al que
hay que curar. Es una relación de respeto”, explicó uno de los
productores respecto a la remediación de la tierra afectada por el uso
de agroquímicos. “Para curar la tierra los insumos están en la misma
quinta”. Por eso tienen un “kiosco”, donde se almacenan los bioinsumos
naturales que ellas y ellos mismos producen recuperando saberes que
traen de sus tierras. En ese kiosco se encuentran los preparados
naturales para cuidar la tierra y producir en condiciones de cuidado:
remediaciones, caldos minerales, fertilizantes naturales, purinas,
tinturas madres.
Por su parte, los circuitos de distribución y
comercialización no solamente permiten un precio más justo para
productorxs y consumidorxs, sino que además les permite producir
pensando que tienen asegurada la comercialización de sus productos.
Mercados populares, bolsones, venta directa, ferias y almacenes son
algunos de los recursos que se fueron inventando para escapar a la
avaricia y el abuso de las intermediaciones y las corporaciones y lograr
una forma de comercio justo.
Mujeres de la tierra
Las trabajadoras de la tierra levantan
su voz para contar que “la mujer también tiene que decidir, porque antes
solo era el varón el que decidía”. Ellas también han dejado de estar en
el anonimato, salieron del silencio y visibilizaron la cantidad de
tareas y responsabilidades que asumen cotidianamente, producto del rol
que el patriarcado les impuso. Es por eso que decidieron crear una
Secretaría de Género.
Las madres trabajadoras de la tierra también son las que dan de
comer, las que se ocupan de educar a sus hijos e hijas, las que bregan
para que “puedan comer sanamente y que la agroecología es vida y salud
para todos”, explicó Zulma, una de las trabajadoras. Organizaron también
un jardín comunitario “para que nuestras compañeras puedan trabajar y
que los niños estén seguros y coman bien”.
Las mujeres en el campo
no están exentas de las diferentes formas de violencia de género, como
lo es la violencia económica y necesitan que sus hijas e hijos estén
cuidados para poder salir a trabajar. Frente a estas situaciones además
fueron creando una escuela de remedios naturales, donde las mujeres
recuperan y comparten saberes y así aprenden a curarse. Encontraron
además una fuente de trabajo con la venta de tinturas madres y remedios
naturales, porque “la tierra te da todo para curarte”, afirmó Zulma.
Son
ellas también las que pusieron en evidencia las necesidades que afectan
a niñas y niños del sector con las faltas de vacantes en las escuelas
para las y los hijos que intentan acceder a las escuelas medias, por lo
que “sueñan con crear escuelas rurales” para cubrir estas necesidades.
Hombres y mujeres van aprendiendo a compartir tareas y
responsabilidades, mientras ponen en evidencia la disparidad de
responsabilidades y la ausencia de las mujeres en la toma de decisiones.
El
hermoso día de caminar al sol, tocar las plantas, reconocerlas,
escuchar a las y los trabajadores que tienen una relación de trabajo y
amor por la tierra, finalizó con un almuerzo con sus productos y comidas
bolivianas, de donde son originarios buena parte de quienes producen lo
que nos da de comer.
Un campo de disputa
Nahuel Levaggi, coordinador nacional de
la UTT, y Diego Montón, referente del Movimiento Nacional Campesino e
Indígena (MNCI) – Vía Campesina de Mendoza, estuvieron a cargo del
cierre de la actividad.
Levaggi, explicó que la lucha
reivindicativa fue el inicio de la organización que demandaba al Estado
mejorar la calidad de vida de las y los productores familiares y el
acceso a la tierra para quien la trabaja. Le siguieron otras luchas que
se fueron construyendo en el camino. Se propusieron visibilizar al
sujeto social que produce lo que se consume, sus condiciones de vida y
el abuso de los circuitos de intermediación a los que son sometidos, con
acciones concretas como los Verdurazos, que además permitió poner en
primer plano el hambre de miles de personas que se acercaban. Una acción
que se sostuvo durante los cuatro años del macrismo. Tal como lo relató
el coordinador de la UTT, “esto permitió ir construyendo alianzas con
el pueblo y poner en evidencia ese otro campo lejos del imaginario del
campo y la tradicional oligarquía rural más vinculada al Agronegocio,
los pooles de siembra y los negocios financieros, para poder construir
otro modelo de campo vinculado a la necesidad de construir nuestra
soberanía alimentaria”. Una síntesis que también incluye un hito como
fue el Primer Foro Agrario Nacional de este año en el que se construyó
un Programa Agrario frente a la imposibilidad de proponer la reforma
agraria de manera directa.
Levaggi fue preciso al destacar que “el
eje de la discusión hoy son los alimentos y a través de eso uno puede
interpelar al conjunto de la sociedad. Ese es el eje desde donde
discutir el modelo, la matriz productiva, la matriz de comercialización,
el modelo agrotóxico, la matriz energética. Eso que une a todos y todas
y que entendemos es una de las herramientas para plantear el modelo
alternativo”.
Diego Montón, del MNCI, llegado de Mendoza, también
pudo trazar una breve semblanza de la historia de una clase ganadera que
construyo una cultura dominante basada en el exterminio de indígenas y
negrxs que impuso un modelo de consumo alimentario basado en la harina
de trigo y la carne de vaca, al tiempo que se fueron destruyendo
patrones alimentarios nacionales. “Somos de los países que menos frutas y
hortalizas consume, donde se impuso el consumo de la leche de vaca y
donde la malnutrición es una impronta cultural”, explicaba.
También
aludió a la promulgación de la Declaración de los derechos de
campesinos y campesinas que fue aprobada en la ONU a fines del año
pasado y que en términos concretos implica obligaciones de los Estados
para asegurar efectivamente el acceso a derechos básicos que todavía no
habían sido reconocidos. Puntualizó además sobre algunas cuestiones
ligadas al modelo productivo, donde la crisis climática parece tener un
papel importante en la crisis alimentaria, junto a la desocupación
ligada al campo.
Montón afirmo que “el desafío es politizar la
discusión en torno a la alimentación”, en una coyuntura que reconoce en
el Congreso Nacional la emergencia alimentaria, que condena a miles de
personas al hambre y en donde juega un importante papel la definición de
la soberanía alimentaria, “que tiene que ser con el protagonismo activo
de las organizaciones del sector campesino e indígena”.
ONG Greenpeace visitó la isla para conocer este plan. Hoy la mitad de
los productos son orgánicos. La agroecología provee hoy el 50 por
ciento de los alimentos que se consumen en el país.
A comienzos de este año, el Rainbow Warrior, el ya conocido barco de Greenpeace,
una de las organizaciones ambientales más destacadas en el mundo,
atracó en Cuba, la isla caribeña, en busca de un tesoro: el
conocimiento.
Granja tras granja, expertos de la ONG fueron tras el secreto de
la política agroecológica de Cuba, un país destacado por la Organización
de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura por su
apuesta de producir vegetales y frutas sin utilizar químicos ni afectar
el suelo. “Una persona necesita a un agricultor cuatro veces al día:
cada vez que come.
No tanto así requiere a un abogado, a menos que tengas muchos
problemas”, bromea Franco Segesso, experto argentino en agricultura y
quien conoció las experiencias cubanas para hacer recomendaciones a
países de Suramérica como Colombia.
Segesso explica aquí qué hay detrás de 25 años de un proyecto
revolucionario en términos ambientales y de producción de alimentos.
A comienzos de este año, el Rainbow Warrior, el ya conocido barco de
Greenpeace, una de las organizaciones ambientales más destacadas en el
mundo, atracó en Cuba, la isla caribeña, en busca de un tesoro: el
conocimiento.
Granja tras granja, expertos de la ONG fueron tras el secreto de la
política agroecológica de Cuba, un país destacado por la Organización de
las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura por su
apuesta de producir vegetales y frutas sin utilizar químicos ni afectar
el suelo. “Una persona necesita a un agricultor cuatro veces al día:
cada vez que come. No tanto así requiere a un abogado, a menos que
tengas muchos problemas”, bromea Franco Segesso, experto argentino en
agricultura y quien conoció las experiencias cubanas para hacer
recomendaciones a países de Suramérica como Colombia.
Segesso explica aquí qué hay detrás de 25 años de un proyecto
revolucionario en términos ambientales y de producción de alimentos.
¿Por qué visitar Cuba para aprender agroecología?
Queremos mostrarle al mundo cómo –debido a la situación económica– la
agroecología surgió como una salida a la crisis en la isla. Los primeros
años de la revolución, incluso antes, Cuba apostó al modelo intensivo
en agroquímicos, principalmente para el tabaco y la caña. Pero con la
crisis económica, sumada a la caída de la Unión Soviética y al bloqueo
de Estados Unidos, la isla se vio obligada a producir con los insumos
que tenía localmente. Varias organizaciones locales y científicas, que
venían insistiendo en este modelo, fueron escuchadas, porque presentaron
una solución de producción sin insumos externos. Nuestro interés era
mostrar cómo la agroecología, en momentos de crisis, se visibiliza como
una solución a estos problemas.
¿En qué momento surge esta tendencia?
En los años 90 comienzan a caminar las políticas públicas de manera más
fuerte, producto de la caída de la Unión Soviética, que era de donde
provenían los insumos químicos. Hoy, el resultado de la apuesta es un
programa nacional de agricultura urbana y periurabana que está
reconocido por la Organización de las Naciones Unidas para la
Alimentación y la Agricultura (FAO) como uno de los más importantes en
el ámbito mundial. Emplea a 350.000 personas y además les apuesta fuerte
a las zonas periurbanas que hacen que hoy las fincas agroecológicas
provean el 50 % de los alimentos consumidos localmente.
¿En todo el país o solo en La Habana?
El programa es nacional, pero tiene gestión desde los municipios.
Además, es una estrategia de alianza con instituciones locales; por
ejemplo, universidades y organizaciones como la Asociación Nacional de
Pequeños Productores de Cuba, que está asociada internacionalmente con
la alianza Vía Campesina. El sistema agroecológico en Cuba, con solo el
25 % del territorio cultivable, logra abastecer el 50 % de las frutas y
verduras que se consumen localmente.
¿Quiénes hacen posible esta hazaña?
Los pequeños agricultores. En primer lugar producen una dieta saludable
para ellos mismos y son los responsables del 90 % de las frutas y
verduras. Son ellos un segmento muy importante para tener en cuenta en
la producción de alimentos. Globalmente, esta política también tiene
mucha importancia, porque de los 800 millones de personas que sufren de
hambre en el mundo, cerca de 400 millones son pequeños y medianos
agricultores. Lo que ha demostrado este programa es que es posible
darles un sustento de vida precisamente a ellos.
¿Qué hace tan exitoso este modelo? El programa está concebido como de prioridad para la
seguridad nacional. Cuba prioriza la compra pública de alimentos a las
escuelas, los hospitales, a los centros psiquiátricos y a las fuerzas
armadas. Es fundamental que otros países de Suramérica tomen este
modelo. Y lo digo porque tanto países como Colombia y Argentina tienen
modelos agroexportadores en los que la matriz productiva responde a la
demanda externa y no a los consumidores locales. Al pensar la
alimentación como un tema de seguridad, hace que se invierta el prisma
del análisis y la decisión sobre cuáles políticas adoptar en torno de la
agricultura. Por ejemplo, en Colombia se está discutiendo el desarrollo
agroindustrial que se pueda dar en las zonas de posconflicto…
¿Qué podemos aprender de Cuba en este sentido?
El programa cubano tiene cuatro bases: las semillas, el agua, el manejo
ecológico de las plagas y el manejo integral de los cultivos. Este
último tiene que ver con la diversidad de cultivos que se planten. Y en
cuanto a plagas, se relaciona con la prevención de estas mediante la
producción diversa y la calidad del suelo. En relación con las semillas,
se trabaja con la diversificación de los puntos para su producción y se
intenta que los agricultores cubanos produzcan sus propias semillas, no
el Estado. En Colombia y Argentina hay debates por las leyes que
atentan contra la autonomía y la soberanía del país, porque se entrega
su uso a través de los derechos de propiedad intelectual de las
semillas. Estas cuatro bases son lo que permite tener un modelo de
agricultura a escala humana, y no industrial, para alimentar a su
población.
En el uso de agua, ¿a qué le apunta la política cubana?
En Cuba hay momentos de sequía en diferentes sitios. Lo que se hizo
fueron pequeñas represas y se fomenta el policultivo, porque con un
suelo sano se consume menos agua. De hecho, es entre tres y cinco veces
menos de lo que gasta otro tipo de técnica. Muchas veces se piensa que
el manejo del agua es solamente riego, pero tiene que ver con la
eficiencia en el uso del suelo. Los sistemas agroecológicos se basan en
la eficiencia energética en su funcionamiento y consumo. Por ejemplo,
hemos visto muchos casos de granjas con biodigestores, donde se utiliza
la excreta animal y los residuos de los cultivos para generar energía
eléctrica, gran parte con paneles solares. Esas son estrategias que la
agroecología abraza y ciertamente no se ven en la agroindustria.
En cuanto al agua también es clave que no usan químicos ni se abusa de
los antibióticos en la producción animal, porque de esta manera la
excreta o el uso de agrotóxicos podría llegar a los ríos y después esa
agua no se podría utilizar.
Cuando comenzó esta transformación, ¿cómo se logró dejar de lado los agroquímicos de los que dependían?
La primera estrategia fue convencer a los productores de que volvieran
al campo y no los utilizaran más. Se estableció la estrategia
Campesino-Campesino, en la cual la formación no viene desde afuera, sino
que los mismos agricultores se capacitan entre ellos. De esta manera se
hace más atractiva la enseñanza y el convencimiento para entender entre
pares cuáles son las mejoras que ofrece el sistema ecológico. En cuanto
al manejo de plagas, lo que ocurre es que al haber un modelo productivo
más diverso, el daño de las plagas no llega a ser tanto, porque un
cultivo saludable es el reflejo de un suelo saludable. Es como una
persona cuando no está bien nutrida, pues tiene más posibilidades de
sufrir enfermedades. Y si a eso le sumamos diversidad de cultivos,
cuando aparece una plaga no ataca a toda la producción. Hay equilibrio.
También han empleado una estrategia de microorganismos eficientes y
plantas de señuelo para las plagas.
¿Cómo logró Cuba organizar a sus ciudadanos?
La estrategia del cooperativismo fue muy importante. Dos leyes también
permitieron la entrega de tierras cuando hubo la gran expropiación. Lo
que se hizo con esto fue un proceso de entrega de tierras públicas a
campesinos que tenían intención de producir de manera cooperativa.
¿El país cómo logró la sostenibilidad financiera de esas granjas?
Los productos son comprados por las empresas estatales para
alimentación de escuelas y otros entes. Por ejemplo, el gobierno
anterior de Brasil también lo aplicó e hizo compras directas para
escuelas a los productores agropecuarios.
Otra cosa que se ha hecho para incrementar la ganancia de los
productores son los puntos directos de venta en las fincas y también en
las ciudades. Esta estrategia es clave para aplicarla en Argentina y en
Colombia, porque con los puntos de venta se evita a los intermediarios.
Otra cosa que recomendamos es la certificación participativa.
Normalmente en los países latinoamericanos existe la certificación
orgánica, que le da el sello de origen orgánico. La mayoría de esa
producción no es para el consumo interno, sino para exportación. Eso
hace que se incrementen los precios y que los controles no sean lo
suficientemente certeros. Ahora, la certificación participativa se basa
en una matriz de consumo local, donde son los mismos productores de la
región los que se regulan entre sí. También hay un actor clave y son las
organizaciones de consumidores, que deben hacer el control, y el último
garante es el Estado mismo o una universidad.
Al cabo de 20 años, ¿qué le ha dejado ambientalmente la agroecología a Cuba?
Gran parte de los suelos cubanos han estado muy deteriorados por la
agricultura industrial de cultivos de caña y azúcar. Algunas de las
fincas que visitamos eran para producción de caña, y los pequeños
productores, con varios años de trabajo, lograron recuperar ese suelo.
¿Qué papel ha tenido la investigación científica en la implementación del plan de agroecología?
Visitamos a científicos cubanos durante nuestro recorrido y ellos han
insistido en este sistema, porque la eficiencia de la agroecología se ha
logrado con pruebas en el territorio, mediante la creación de
estaciones experimentales.
Ante el cambio climático y los escenarios futuros, ¿cómo ayuda el plan?
La agricultura es la responsable del 24 % de los gases de efecto
invernadero: es bastante. Por eso, la FAO le ha llamado varias veces la
atención al sector agroindustrial por la producción de carne, maíz y
soya, ya que es muy ineficiente. Al ser la estrategia de alimentación un
tema de seguridad nacional, se han apoyado en la agroecología como
manera de minimizar los impactos de cambio climático.
Por Laura Betancur Alarcón
Redactora de EL TIEMPO Febrero de 2017
En un encuentro científico, Pedro Characo, representante
campesino de Anzoátegui, comentó que la semilla Guanape MFE es una
variedad de maíz autóctono del sector Valle Guanape, que tiene una gran
variedad de usos, entre estos la producción de alimentos para consumo
humano y para animales
Como
parte de la alianza científico-campesina que impulsa el Gobierno
Nacional, productores agroecológicos nacionales presentaron sus
proyectos de rescate, conservación y multiplicación de semillas de maíz
amarillo.
Durante el Encuentro con la Ciencia y la Innovación,
efectuado en el Palacio de Miraflores, y al que asistió el presidente
Nicolás Maduro, Pablo Characo, representante campesino de Valle de
Guanape ( Anzoátegui), explicó que trabajadores rurales está aplicando
procesos innovadores para el rescate y mejoramiento de la semilla
nacional de maíz amarillo bajo un modelo de siembra sin químicos, de
forma cien por ciento natural, con el fin de cuidar el ambiente.
“Hemos
recibido el apoyo técnico de la Corporación para el Desarrollo
Científico y Tecnológico (Codecyt). Hemos trabajado y probado nuestra
semilla, superando los siete mil kilos por hectárea. Estamos
incrementando la producción agrícola y garantizando la soberanía de la
semilla para alimentar a los venezolanos y a las venezolanas”,
manifestó.
Characo aseguró que más de dos mil trabajadores rurales
de Valle de Guanape, Puerto La Cruz y Barcelona en Anzoátegui, Upata y
San Félix en Bolívar, Caucagua en Miranda, Arenales en Lara y Cumanacoa
en Sucre, unieron sus esfuerzos y conocimientos para la recuperación de
semillas de maíz.
De igual modo, declaró que el rescate, la
conservación y la multiplicación de semillas es clave para el país. En
ese sentido, señaló que Venezuela ya está en capacidad de abastecer a la
población con semillas autóctonas de papa, yuca y batata, que se ubican
entre los diez alimentos que más consume el pueblo venezolano.
“Ahora,
estamos activados con la semilla de maíz, que es el primer alimento en
la mesa de las familias venezolanas. Este rescate significa soberanía,
independencia y reconocimiento a lo nuestro.
También, tenemos semilla de ñame, estevia y caña de azúcar”, expresó.
Maíz patrio
En
el encuentro científico, Pedro Characo comentó que la semilla Guanape
MFE es una variedad de maíz autóctono del oriente de Venezuela,
específicamente del sector Valle Guanape, la cual posee unagran variedad de usos, entre los que está la producción de alimentos para consumo humano y para animales.
“Es
una semilla muy rendidora que se puede adaptar fácilmente a otras
condiciones de clima en Venezuela, varía de acuerdo con la región. La
hemos probado en los estados Lara, Bolívar, Miranda, Sucre, Yaracuy y
Apure, dando buenos resultados. Es resistente a plagas, como es el caso
del gusano cogollero”, señaló.
El agricultor aseguró que para
fertilizar esta semilla utilizan productos agroecológicos, como
biofertilizantes, que se producen en la comunidad de Guanape, por
ejemplo, el humo de lombriz y el estiércol de ganado.
Indicó que
una vez que lograron el mejoramiento de la semilla en Anzoátegui, los
productores unieron sus esfuerzos para trasladarse a otras entidades del
país para formar y apoyar a otros trabajadores del campo.
“Estamos
creando conciencia de que la semilla no es una mercancía, es un
patrimonio de vida para el consumo del pueblo venezolano. Es para la
producción, procesamiento y alimentación de la comunidad. Estamos
avanzando, dando pasos para producir la semilla a mayor escala”,
concluyó.