Los océanos, que han sido centrales para la evolución y supervivencia de millones de especies, se están transformando en una amenaza mundial generada, sobre todo, por la injerencia del ser humano. Si no se reduce la contaminación de CO2 que
daña al entorno marino, reveló la ONU en el borrador de un informe que
será discutido en Mónaco durante las próximas semanas, los océanos no
solo representarán un enorme peligro para las pequeñas islas-naciones y
para las comunidades costeras, sino que también tendrán un impacto
significativo en las mayores economías mundiales.
Los océanos absorben la cuarta parte de las emisiones de CO2,
así como más del 90% del calor adicional que han generado las emisiones
de gases de efecto invernadero desde 1970. Sin esta esponja marina, el
calor en la Tierra sería insoportable para las especies.
Pero el exceso de CO2 provocado por el hombre,
advirtió el Panel Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático
(IPCC) en el informe especial sobre océanos y zonas heladas
(criósfera), tiene un costo: la acidificación, que está alterando
la cadena de alimentación de los océanos, y las olas de calor marinas,
que están creando vastas zonas muertas.
Imagen: AFP
La contaminación generada por las grandes potencias económicas, adelantaron los expertos, podrían, en el futuro, hacer declinar
fuertemente las reservas de peces, multiplicar por mil los daños
causados por los ciclones y dejar sin techo a cientos de millones de
personas por la subida del nivel del mar.
Ese aumento en el nivel del mar, a partir del derretimiento de los glaciares, podría superar más de cien veces los niveles actuales hacia finales del siglo XXI.
Además, alertaron los especialistas, la superficie del permafrost del
hemisferio norte podría derretirse entre 30% y 99% y registrar una
explosión de emisiones de CO2 y metano, acelerando más el calentamiento
global.
Esos cambios en los océanos, provocados por la contaminación, dejan a los seres humanos sumamente desprotegidos. Según el IPCC, incluso si se dieran los escenarios más optimistas de reducción de emisiones, en 2050 muchas
megaciudades situadas a poca altitud y pequeñas islas-naciones
experimentarán «eventos extremos» anuales relacionados con el nivel del
mar. En 2100, en tanto, esos daños anuales provocados por las inundaciones se multiplicarán, en escala, de 100 a 1.000.
Desde
fines del siglo XIX, la temperatura media global subió 1 ºC. A este
ritmo, explicó el IPCC, a fines del siglo XXI se espera que aumente
otros 2 o 3 grados. Es por ello que el Acuerdo de París aboga por
limitar la subida a menos de 2 ºC. Sin embargo, aunque se puede frenar
su magnitud, gran parte del daño ya está hecho: aún si el mundo logra
limitar el calentamiento a 2 ºC, el nivel de los océanos subirá lo
suficiente para desplazar a 280 millones de personas en 2100.
Pese a que es un problema que afecta a todos los países del mundo, las propuestas de los mayores emisores de CO2 –China, Estados Unidos, India y los de la Unión Europea- podrían no estar a la altura de la urgencia climática.
El 23 de septiembre se reunirán en en Nueva York, en una cumbre
convocada por el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, para
obtener mayores compromisos nacionales en la lucha contra el
calentamiento.
China
«Pekín tiene cada vez menos la vista puesta en temas medioambientales,
especialmente sobre cambio climático», dijo Li Shuo, analista de la
política climática de China en Greenpeace. El resurgimiento de las
centrales de carbón a nivel doméstico y la relajación de las normas
contra la contaminación atmosférica dan a entender que las principales
preocupaciones de China son la ralentización económica y la guerra
comercial con Estados Unidos.
Según la Base de Datos de Emisiones
para la Investigación Atmosférica Global, China emitió en 2017 10,8
gigatoneladas de dióxido de carbono, es decir, alrededor de 29% del
total mundial. Si las emisiones continúan aumentando al ritmo actual, Shanghai podría enfrentarse a subidas del nivel del mar de 2,6 milímetros anuales durante este siglo. Además, un estudio reveló que de las 20 ciudades con mayor riesgo en el mundo, nueve son chinas.
Estados Unidos
Estados Unidos, históricamente el país más emisor,
cuenta con grandes metrópolis costeras y es particularmente vulnerable a
la subida del nivel del mar. Sin embargo, el presidente Donald Trump
quiere sacar a su país del Acuerdo de París y ha hecho trizas las
políticas climáticas de su antecesor, Barack Obama.
Según el informe del IPCC, el aumento de 1,2 metros del nivel del mar en un siglo podría quintuplicar las áreas afectadas por inundaciones en la costa este.
Otro estudio advirtió que Nueva York podría experimentar inundaciones
de 2,25 metros una vez cada cinco años entre 2030-2045. La costa este,
en tanto, ya ha sido golpeada por varios ciclones devastadores entre
2005 y 2012.
Unión Europea
La UE ambiciona una meta de cero emisiones netas, pero varios Estados miembros se muestran reticentes. En 2017, de hecho, la UE produjo 3,5 gigatoneladas de CO2.
En
general, Europa está menos expuesta a los riesgos del aumento del nivel
del mar, aunque el informe del IPCC menciona un peligro de inundaciones
en el delta del río Rin, gran arteria comercial. Un aumento de la
temperatura, debido a las emisiones, también podría ralentizar el
fenómeno meteorológico llamado Circulación Atlántica Meridional de
Retorno, provocando tormentas invernales más potentes en el continente.
India
Unos 260 millones de personas, es decir, una quinta parte de la población de India, vive en regiones costeras que,
en los últimos años, han sufrido un aumento de las tormentas debido al
cambio climático. Si bien el país está desarrollando energía solar,
todavía continúa construyendo centrales de carbón.
Harjeet Singh, de la ONG ActionAid, indicó que India es el país más vulnerable al aumento del nivel del mar y señaló que millones de personas serían desplazadas en las próximas décadas. «La cuestión es adónde irán», reflexionó. «Estamos hablando de uno de los países más poblados del mundo, lo que significa que eventualmente estallarán conflictos entre las poblaciones residentes y los desplazados. Estamos sobre una bomba de relojería», advirtió.